Malala Lorenzo.
Miercoles 12 de Octubre, 12.00
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Aprovecho la corta escapada que me he hecho de la oficina para venir al cementerio yo sola pues necesito ver la tumba de Elisabeth y suplicarle que cuide de Jesús, normalmente no creo en estas cosas pero estoy desesperada, llena de rabia y dolor por todo lo que mi hombre está pasando en un momento donde solo debe sentir felicidad.
Me acerco a su tumba y como puedo me arrodillo junto la lápida tocandome la barriga.
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-Al final te va a traer una hermosa niña... -digo dulce. -Necesito que lo cuides, estés donde estés confío en ti, cuida de nuestro niño, para nosotras siempre será un hombrecito que, aunque se haga el macho, siempre estará indefenso sin nosotras y ahora, su nueva reina. -murmuro tocando mi barriga. -Lleva meses super dolorido con esa tortura que le hacen y estamos desesperados, porfavor, ayudanos, cuidale. -suplico llorandole a la tumbo.
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Cierro los ojos varios minutos dejando que mis lágrimas, corazón y alma digan todo cuanto puedes hasta que siento unos brazos rodear mi espalda.
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-¿Qué haces aquí? -murmura dulce.
-Bebé. -digo asustada.
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Lleva sus dañadas manos a mi barriga y una de ellas la alarga más dejando una hermosa rosa negra en la tumba.
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-Quería estar aquí, tenía que hablar con tu tata. -susurro.
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Sonrie tierno.
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-Estás tonterías las hago yo. -rie.
-Llego ya muchos años a tu lado. -bromeo.
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Rie de una manera ronca y hunde su cabeza en mi cuello sin apartar las manos de la barriga.
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-Estoy tan feliz. -confiesa.
-Necesito encontrar a la persona que tanto daño te hace. -digo rota.
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Agita la cabeza.
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-Tendré que vivir con eso toda la vida. -gira levemente mi rostro.
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Besa mis labios con suavidad y sonrie.
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-¿Ya conoce a su nieta? -dice mirando la lápida.
-Sí. -sonrio.
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Siento como la bebé se mueve dentro de mi y da una pequeña patadita.
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-¡Mira mi niña! -dice emocionado.
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Sonrio tierna y lo miro dandome cuenta que está cerrando el otro puño.
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-¿Dónde es el dolor? -me giro reincorporandome.
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Toca su nuca viendo como aparece una nueva marca y encoje sus hombros.
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-Vamos a la oficina. -suplica.
-Vamos a casa. -ordeno.
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Niega rotundamente y suspiro. Caminamos de salida agarrados de la mano y cada uno se dirije a su coche, conduzco hasta la sede obligada por Jesús y una vez allí veo a mi padre en recepción.
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-Creo que sé como anularlo. -dice serio.
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Jesus me mira y sonrie levemente.
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-Ve a tu despacho bebe, yo te lo explico en casa. -dice serio.
-No, voy con vosotros. -digo seria.
-Porfavor, tienes que acabar el juicio para mañana. -dice serio.
-¡Pues trabajo esta noche! Jesus, no me retes. -advierto fría.
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Suspira frustrado y mira a Alfonso.
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-Porfavor Malala, luego te cuento todo. -susurra.
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Protesto caminando enfadada a mi despacho y cierro dando un pequeño golpe.
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La rosa negra
VampiroLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...