La rosa negra

Capítulo 39

Malala Lorenzo.
Martes 15 de Abril, 12.55
°
Me tenso en ese mismo instante y giro el rostro para mirarlo.
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-¿Por qué preguntas eso? -pregunto.
-Curiosidad. -excusa.
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Encojo mis hombros y niego.
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-¿Debería sentir algo? -pregunto.
-Eso debes saberlo tú. -murmura.
-¿Y tú? -pregunto.
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Encoje sus hombros y rio irónica.
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-Te deseo muchísimo, me gustas mucho pero... No se de que manera. -susurra.
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Llevo mis manos a la cabeza masajeandome la sien, suspiro negando y él acaricia mi pierna.
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-Ven a mi casa esta noche. -suplica.
-Nose Jesús. -digo seria.
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Frunce el ceño.
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-Quiero dormir contigo. -confiesa.
-Nose, tengo cosas que hacer y... -me corta.
-Sí no quieres dímelo, tal cual. -dice serio.
-Sí quiero pero no... Dejalo. -digo antes de bajarme.
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Abro la puerta y él agarra mi brazo.
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-¿También te irás como todos? -pregunta serio.
-¡No me voy! Quiero pensar, pensar si seguir con esto o pararlo ahora antes de hacerme más daño. -alzo la voz.
-No soy bueno para nadie, te lo dije. -dice frío.
-Sí eres bueno, joder, eres extraño Oviedo. -digo alterada.
-Sientes cosas por mi. -dice apartando la mirada.
-¿Cómo quieres que no sienta nada? -grito ahora sí, saliendo del coche.
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Cierro de un fuerte golpe, entro en mi casa y mi madre corre a mi intentando calmarme.
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-Calmate cariño. -dice dulce.
-Quiero estar sola mamá, porfavor. -digo seria.
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Me suelta dejando que suba y de inmediato me meto a la ducha por no golpear cada rincón de mi habitación con la rabia que estoy reteniendome.
Lo quiero pues ha sido imposible no cogerle algo de cariño y razón no me faltaba cuando he dicho que si esto iba a más solo por mi parte lo mejor sería separarme, joder, no quiero enamorarme de él cuando para Jesús simplemente soy sexo.
Cuando yo debería estar pensando en mis exámenes, estudiando y concentrada en mi carrera estoy aquí, tirada en mi cama bocarriba pensando qué hacer con él, como debo seguir mi vida y si realmente todo esto merece la pena, no, ahora mismo nada merece la pena cuando lo único que quieres es ser feliz.
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20.00
La decisión de ponerme a estudiar fue la perfecta aunque llevo todo el día sin probar bocado de alguna comida, mi teléfono suena y lo aparto, es Helena, quiero hablar con ella pero formular ahora palabra sería romper a llorar de la presión que tengo sobre mi espalda en estos instantes.
La peor decisión jamás tomada llega a mi cuando decido marcar su número suplicandole que venga a recogerme para aceptar su proposición de dormir esta noche en su pecho.
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-Malala. -murmura.
-Ven a por mi, recojeme, porfavor. -suplico.
-Enseguida estoy allí bebé. -dice totalmente seguro.
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Cuelgo y cierro los ojos ¿Qué haces Lorenzo?