Capítulo 5

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Malala Lorenzo.
Viernes 7 de Marzo, 21.55
°
Mi amiga hace un intento malisimo de coquetear con él mientras yo bebo del vino mientras como de los aperitivos aunque mi cabeza realmente está en mi madre pues ha salido con sus amigas y soy consciente que ella no está bien hoy, ese cadáver que encontraron le tiene muy comida la cabeza.
Siento como me mira, ese hombre me está mirando fijamente desde que tomó asiento enfrente de mi pese que mi amiga está sobandole el cuello: está poniendome muy nerviosa.
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-¿Estáis en la misma clase? -pregunta ronco.
-No, ella tiene dieciocho. -dice despectivamente.
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Él me mira impresionado y sonrio.
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-¿Es cierto? -pregunta.
-Sí, estoy en primero. -anuncio.
-¿Derecho? -dice serio.
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Asiento, mi amiga agarra su mentón y se aproxima a sus labios.
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-Dentro de dos años trabajaré para ti. -murmura ella.
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Rie irónico y mi amiga se lanza a besarle sin importarle mucho mi presencia, el hombre la aparta suavemente y ella rie victoriosa.
Vuelvo a observar mi teléfono, mi amiga mira de nuevo la carta y siento sus ojos sobre mi nuevamente haciendo que suba la mirada con lentitud, efectivamente, me está mirando. Sonrie de una manera realmente sexy y muevo la cabeza cruzando mis piernas.
Una amiga de mi madre me escribe diciéndome que ella está bien de momento, intentan que se olvide del tema.
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-Las asignaturas de la especializacion son más aburridas que las generales. -le comenta ella.
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Él encoje sus hombros y asiente.
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-Hasta el momento en el que tu no te veas delante de juez debatiendo sobre el futuro de tu cliente no vivirás realmente lo que es la profesión. -explica.
-¿Has defendido a gente culpable para que sea inocente? -ataco yo.
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Rie de lado al notar mi ataque y mira a mi amiga.
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-Me pagan por ello, es mi trabajo, no podría negarme. -dice firme.
-Sí puedes, tu decides de quien coger el dinero. -contraataco.
-Yo simplemente cumplo ni función de defender y plantear las pruebas, toda persona culpable que ha sido mi cliente ha llegado a la cárcel, con muchos menos años, pero a estado en la cárcel. -asegura serio.
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Él sonrie mirándome de una manera que no puedo descifrar y su teléfono suena haciendo que mi amiga se separe de su brazo.
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-Es trabajo, disculpadme. -dice poniéndose en pie.
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Sale del restaurante, mi amiga me mira relamiendo sus labios.
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-Ojalá lo coma igual de bien que besa. -me murmura.
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Rio irónica y muevo la cabeza.
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-A ver si tu también te callas más. -reprocha.
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Alzo una ceja.
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-Intento hablar con él y ahí te metes. -explica llena de envidia.
-Haber llamado a otra amiga. -reprocho.
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Ella se hace la digna cogiendo su teléfono y le doy gracias al cielo cuando el mío suena.
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-Y haber si aprendemos a ligar con la labia y no con los labios, no todo es el cuerpo cuando hablando pierdes el encanto. -espeto saliendo del restaurante.
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Cojo el teléfono alejandome de la puerta y una amiga de mi madre me comenta que no está bien, ha regresado a casa porque no aguantaba más según ella necesitaba dormir.
Cuelgo suspirando y muevo mi cabeza realmente perdida por todo lo sucedido estos días.
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-¿Qué haces aquí fuera? -murmura ronco.

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