Jesus Oviedo.
Jueves 10 de Mayo, 17.00
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Ella suspira cuando el doctor le quita la escayola de la pierna mientras se agarra a mi y sonrio agarrando su cintura por atrás.
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-Ha mejorado usted muy rápido para lo mal que estaba. -asegura el doctor.
-Ha pasado casi un mes. -protesta ella.
-Debe tener el pie de reposo en casa. -ordena.
-¿En casa? -digo con esperanzas.
-Hoy le daremos el alta, enseguida traigo el papel. -anuncia.
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Ella me abraza emocionada y la cojo en mis brazos pues su pie izquierdo no puede tocar el suelo ya que aún sigue mal, la siento en la camilla y me agarra el rostro.
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-No quería tenerte más días aqui encerrado, llevas mucho faltando al trabajo. -susurra.
-Eres mi novia, estoy contigo el tiempo que haga falta. -digo dulce.
-Te amo. -dice mirando mis ojos.
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Beso sus labios con suavidad y llamo a su madre pidiendo que traiga algo de su ropa.
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-Aún sigo dándole vueltas a eso de las cartas. -murmura.
-Cariño, deja que yo investigue eso y no se lo recuerdes a tu madre. -digo serio.
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Asiente rotundamente pues su madre estos días no ha mencionado a su esposo en nada ya que su cabeza ha estado todo el tiempo en la recuperación de su hija, suficiente que me costó convencer a la mujer que no se quedase a dormir, que yo me quedaba con su hija... Realmente tiene mucho miedo a que algo le suceda a Malala.
Él doctor entra con muletas y el papel del alta.
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-Las debe de llevar por varias semanas, hasta que ella note que puede caminar sin ningún problema, nada de ejercicio, estrés o mantenerse en pie, no más tiempo que una ducha para mantenerse en pie sin muletas. -advierte.
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Asiente firmando el papel cuando su madre entra en la habitación con una mochila pues ahí trae su ropa.
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-He hecho una pequeña maleta para que se quede en tu casa y una vez esté recuperada pues que acabeis la mudanza. -explica.
-Muchas gracias mami. -dice ella dulce.
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Le doy las muletas y la acompaña su madre al baño para vertise. Veo a ese señor en la pierta y rápidamente lo empujo hacia fuera de la habitación.
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-¿Estás loco? -pregunto serio.
-Quiero saber cómo está. -dice frío.
-Está no es la manera, te van a ver. -aseguro.
-¡Estaba desesperado! -alza levemente la voz.
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Niego con la cabeza cuando escucho que salen del baño y lo giro empujando me suavemente.
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-Buscame en otro momento. -digo frio.
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Le doy una trajeta de mi bufete y suspira marchándose rápidamente.
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-¿Qué haces aquí fuera? -pregunta su madre.
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Agito la cabeza negando y la mujer sonrie.
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-¿Puedes ayudarme? -pregunta cuando entro.
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La ayudo a ponerse en pie, camina con ayuda de las muletas mientras salimos del hospital y puedo ver a ese señor mirando tras unos árboles que hay frente el hospital, suspiro realmente aturdido pero mi chica gira mi rostro besandome haciendo que todo este lío merezca la pena.

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La rosa negra
VampirosLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...