Jesus Oviedo.
Miercoles 11 de Julio, 13.00
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Entro a la sede suspirando y me acerco a mi secretario muy serio.
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-¿La señorita Lorenzo a venido a trabajar? -pregunto.
-Vino sobre las once y media a trabajar y creo que aún está en su despacho. -explica.
-Gracias. -digo serio.
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Me acerco a su despacho dispuesto a reñirle pues me deje claro que fuera a casa y se olvidarse de trabajar. Llamo a la puerta firme.
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-Adelante. -dice ella seria.
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La veo teclear en el ordenador, me mira y le da al enter enviando algo.
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-No me vayas a echar la bronca, papá. -dice poniéndose en pie.
-Te dije que fueras a casa, joder, no estás bien y vienes a trabajar. -digo serio.
-¿Y cómo me gano el sueldo? -reprocha apoyándose en la mesa.
-No me jodas Malala. -digo serio.
-Eres mi novio pero también mi jefe, yo misma te dije que no me contrataras, Jesús. -me echa en cara.
-Sabes que te voy a pagar igual, en pocos meses te tendrás que dar de baja. -digo alucinando.
-Quiero ganarme el sueldo. -comenta seria.
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Suspiro.
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Me acerco a ella, suspira y agarro su barbilla.
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-No veo bien que trabajes estando así. -susurro serio.
-Tienes que dejar de alterarte con un suspiro. -aconseja llevando sus manos a mi nuca.
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Malala Lorenzo.
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Te pega a mi cuerpo llenando el suyo de aire y me besa con suavidad.
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-Estoy aguantando por vosotros. -asegura.
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Se pega a mi aún más besandome con fuera dejándome sentir su miembro.
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-Señor. -murmuro.
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Gruñe en mi cuello mientras me sienta sobre la mesa y separa mis piernas pues lelvo un amplio vestido.
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-Él bebe. -digo cuando comienza a quitarme el tanga.
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-No pasará nada. -asegura.
-No me azotes. -digo seria.
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Niega rotundamente llevando sus labios a los mios inferiores una vez se agacha.
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-Cuanto tiempo sin entrar en la cueva. -bromea.
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Gimo a la vez que rio mientras agarro su nuca.
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-Imbecil. -gimoteo.
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Su lengua moja todo mi sexo en su plenitud, cierro los ojos sintiendo como la sensación que él sabe darme me recorre el cuerpo entero en lo que sus manos agarran mis caderas.
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-Jesus. -murmuro.
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Me mira desde abajo y más no puedo pedir: su cabello revuelto, sus pupilas dilatas, los labios onchados y más rosados que nunca acompañando al sexy aroma que desprende este hombre.
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-No grite usted. -dice acariciandolo con sus dedos.
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Cierro los ojos durante unos cinco minutos en lo que él, sin cesar, se queda hundido en mi sexo dandome todo cuanto puede, me deja sin aliento, exhausta en uno de los climax más alto de mi vida tirada sobre mi mesa de trabajo.
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-Te veo bien mamá. -dice riendo.
-Antes no lo comias tan bien, joder. -digo sin aliento.
-¿A no? -se hace el ofendido.
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Rio en lo que me sube el tanga y niego.
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-Te tenía muchas ganas. -confiesa.
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Agito la cabeza tocando mi barriguita y muerde mi mejilla llevándose un golpe en el pecho.
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-Sabes el coraje que me da, imbecil. -digo molesta.
-Me acabas de decir que siempre te he comido mal el coño y encima te enfadas tú. -dice cual crío riendo.
-¡No mientas! -me rio.
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Me pongo en pie, agarro su brazo y hago pucheros.
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-Vamos a casa, contento me tienes mamá. -dice bromeando.
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La rosa negra
VampirLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...