Jesus Oviedo.
Lunes 6 de Marzo, 6.30
°
Abro la puerta de casa regresando de correr como cada mañana, suspiro subiendo las escaleras y abro el armario para sacar el traje que me pondré hoy para la oficina haciendo que una de sus camisetas caiga al suelo.
La agarro sonriendo como un imbecil y la acaricio entre mis manos.
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-Te extraño bebé. -murmuro.
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Perdió su aroma a las semanas de ella marchar pero aún puedo verla con esta camiseta puesta, aún puedo sentir sus senos marcándose bajo esta tela... Ella es la mujer más hermosa del mundo.
Me meto a la ducha tras colgar la prenda y salgo con la toalla sobre mi cadera viendo como las marcas de mi abdomen aún se notan como aquel día... Maldito pasado.
Me visto con rapidez pasando de peinarme el día de hoy, me termino de preparar y cuando mi reloj marca las siete y diez salgo de casa camino al cementerio dispuesto a hacerle una visita a mi tata. Una vez llevo me arrodillo junto la lápida dejándole mi rosa negra y lloro.
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-¿Cómo hago esto? Estoy solo, otra vez esta mierda no tiene sentido y yo no quiero vivir eternamente así tata, quiero estar con ella o contigo... Quiero que esteis las dos. -lloro.
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Miro al cielo suspirando y agito la cabeza.
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-Muero por verla de nuevo... Me encantaría poder ver su rostro después de tres años... Ella debe estar hermosa tata, Malala merece la verdad, piensa que no la amé tata ¿como no iba a mamarla? Le entregue todo de mi... Estoy muy vacío sin ella. -murmuro roto.
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Mi teléfono vibra en mi pantalón y suspiro secando mis ojos.
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-Señor Oviedo, buenos días, ya está aquí esperando su primera reunión con el señor de la universidad, el mismo que vino el otro día. -explica.
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Suspiro reincorporandome y me sacudo.
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-En diez minutos estoy allí. -cuelgo.
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Salgo del cementerio dirjiendome al bufete, entro y estrecho manos con el señor al cual me haré el favor.
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-Pasemos a mi despacho. -digo serio.
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Entramos, toma asiento y miro los papeles.
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-Le traeré a los cuatro mejores de todo el curso. -explica.
-¿Sólo cuatro? Que bien, esperaba más. -digo frío.
-¿Entonces es un sí? -pregunta.
-Claro. -digo serio.
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Él hombre sonrie sacando un papel de su maletin y me lo muestra.
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-Estos son los cuatro candidatos. -me muestra el papel.
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Mi cuerpo se paraliza al leer su nombre en segunda posición, sonrio dulce y asiento rotundamente a sabiendas que está mal que ella esté cerca mía.
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-Me parece perfecto. -aseguro.
-¿Viernes le traemos aquí y le muestra esto? Ya el lunes comienzan bajo su control. -explica.
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Asiento firmando el papel y me da las gracias unas tres veces más antes de irse cuando, en realidad, debo dárselas yo a él.
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La rosa negra
VampireLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...