La rosa negra

Capítulo 56

Jesus Oviedo.
Lunes 14 de Mayo, 5.30
°
Subo y bajo en las barras que tengo en una habitación al fondo de la segunda planta, tengo un minigimnasio que los días que no salía a correr solía utilizar pero hace tanto tiempo que no hacía deporte y ella esta aún sin poder caminar bien asique prefiero hacer aquí las cosas. El sudor resbala por toda mi espalda mientras no paro de subir y bajar, me suelto descansando unos segundos cogiendo aire y me tiro al suelo a hacer flexiones por cambiar de ejercicio. Me quedo de rodillas en el suelo en lo que descanso de mi segunda serie de flexiones y siento unas manos en mis hombros.
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-Es muy temprano. -susurra.
-Cariño, duérmete. -me pongo en pie agarrandola.
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Suspiro al ver que no ha cogido las muletas y se agarra a mi cuello.
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-No te he notado en la cama y no podía dormirme. -hace pucheros.
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Sonrio agarrando su trasero haciendo que se enrolle sobre mi cuerpo, suspira negando y se hunde en mi cuello.
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-Te llevo a dormir. -murmuro.
-Ven conmigo. -protesta.
-Estoy sudado nena. -digo riendo.
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Protesta cual bebé, la dejo en la cama y me mira apenada.
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-¿Vas a trabajar? -pregunta.
-Me voy a duchar y sobre las ocho iré al bufete. -explico.
-¡Aún te da tiempo a dormir una hora más! -protesta.
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Muevo la cabeza negando y suspira.
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-¡Amor! Hasta que yo me duerma. -insiste.
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Me tumbo en la cama, ella se pega a mi húmedo pecho y besa la zona antes de cerrar los ojos tapandose.
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-Gracias. -murmura.
-Eres un bebé. -acuso.
-Te amo. -me mira seria.
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Miro sus ojos y alucino la ver como brillan, brillan tanto como los míos haciendo que me llene el alma al completo, choco nuestras narices con suavidad y muerde mi labio.
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-Te amo. -respondo susurrando.
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Besa mis labios con suavidad y se acuesta en mi pecho con una enorme sonrisa que me vuelve loco haciendo que yo cierre los ojos acurrucandome en su cabello pues quiero dejar de pensar en todo lo que hoy debo retomar de este tiempo sin trabajar.