Malala Lorenzo.
Lunes 21 de Febrero. 23.00
°
Muevo la copa de vino mirando la luna reflejarse en la pequeña piscina que tiene la casita, bebo de esta cerrando los ojos pero salto asustada al sentir una mano sobre mi hombro.
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-Joder. -digo sin aliento.
-Disculpa, no quería asustarte. -dice tenso.
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Niego con la cabeza colocandome mejor, bebo de la copa y mira al cielo.
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-¿Y Rosa? -pregunto.
-Dormida en su cuna, cayó muerta hace como dos horas. -explica.
-Estaba cansadisima, ha sido un día muy emocionante para ella incluso siendo tan bebé. -explico.
-Es una niña buenísima. -asegura.
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Asiento bebiendo de la copa y mira el vino.
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-Cige una copa y bebe si quieres, es tu cumpleaños, al menos tomate un vino. -comentó amable.
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Sonrie negando y frunzo el ceño.
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-¿Desde cuándo rechazas un vino? -pregunto.
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Rie nervioso.
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-No quiero molestarte, ya voy a la cama. -escusa.
-Te he dicho yo que cojas una copa Jesús, ni por asomo me molestas. -aseguro.
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Entra para coger la copa y tras dos minutos sale con una en la mano sentándose junto a mi, al otro lado de esta pequeña mesa redonda para servirse el vino y quedarse mirando el agua al igual que yo hacía.
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-¿Volverás a Madrid? -pregunta sin voz.
-Estamos muy bien aquí. -respondo refiriéndome a Rosa y a mi.
-¿Tienes trabajo? -bebe de la copa.
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Niego moviendo la mía levemente y llena su pecho de aire.
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-En mi bufete puedes trabajar, mañana mismo voy a dar las indicaciones si quieres. -propone.
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Agito la cabeza.
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-¿Volverás a Madrid? -pregunto.
-En lo que encuentro aquí un apartamento. -comenta.
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Me tenso.
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-Sé que quieres distancia conmigo, me la merezco, nen... Disculpa, Malala, pero necesito vivir cerca de mi hija, es lo único que me queda, tu ya no estas y... Nose como he aguantado estos ocho días sin ti. -confiesa.
-Estuviste un casi un año ignorandome, básicamente es lo mismo. -reprocho.
-Volvía a casa y te tenía ahí, estaba buscándola en el despacho pero te escuchaba reír abajo, hablar, las piernecitas de Rosa por el pasillo... Sabía que te tenía ahí. -su hoz se corta.
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Bebo de la copa, coloco mi mano sobre la mesa y veo sus dedos colocarse sobre los mios a cámara lenta, joder, se me está frenando el tiempo.
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-No puedo suplicarte que vuelvas conmigo, te descuidé y tengo lo que merezco, pero eras lo único que tenía y si esta semana no he caído más hondo ha sido por Rosa. -susurra.
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Miro sus ojos cuando entrelaza nuestros dedos sobre la mesa, bajo la mirada nerviosa a sabiendas que voy a volver a caer en este hombre y siento sus labios besar mi mano.
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-¿Y la fuiste a buscar? -pregunto seria.
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La rosa negra
VampirLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...