Capítulo 58

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Jesus Oviedo.
Lunes 14 de Mayo, 12.00
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Escucho la voz de su madre preocupada y miro a este señor realmente tenso.
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-Mi hija tiene fiebre Jesús, ha sido muy repentino. -explica.
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Me sorprendo mirando a ese hombre y pongo el manos libres.
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-¿Fiebre? Esta mañana estaba perfecta. -digo serio.
-Está con fiebre muy alta, roza los cuarenta y dos. -dice seria.
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Ese hombre me asiente y hago un esfuerzo enorme por no romper a llorar.
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-Voy a casa ya, la llevamos al hospital, vistela. -digo serio.
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Cuelgo secando mis lágrimas, me pongo en pie agarrando mi americana y me agarra en brazo.
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-Aléjate hoy mismo de su lado Jesús, porfavor. -dice serio.
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Lloro lleno de rabia, él me mira y seco mis ojos.
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-Eso haré si es lo mejor para su salud. -murmuro.
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Salgo de la sede directo a mi casa para recogerla, ella me mira realmente débil y tomo su mano sintiendo como cada instate se pone peor.
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-Ya vamos al doctor. -murmuro.
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Su madre coloca bien las muletas en el maletero antes de ir al hospital, llegamos y un doctor sale con una camilla pues ella está sin poder moverse, la acompaño en todo momento pero la ingresan en observación prohibiendome el paso por seis horas.
Durante esas seis horas que su madre se mantiene en el hospital yo voy a mi casa, recojo sus cosas lleno de lágrimas quedándome varias de sus prendas... Necesito algo que me recuerde su olor... Salgo de mi casa con esa maletita dejándola en la puerta de la suya y voy directo al hospital fingiendo que nada he hecho.
°
20.00
Ella me mira dulce pero aun más débil que cuando entró: los médicos están locos buscando una solución.
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-Te amo. -murmuro.
-Te amo mucho más. -susurra.
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Sonrio roto, ella se seca las lágrimas y niega.
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-Estoy bien. -asegura.
-Lo sé bebé. -digo dulce.
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Froto nuestras narices repitiendo cuanto la amo y ella sonrie tierna.
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-Tengo que ir a casa un momento. -miento.
-Descansa un rato cariño. -murmura.
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Acaricio su rostro evitando el romper en llanto y ella acaricia mi mejilla.
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-Te amo. -insisto.
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Rie tierna.
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-Te amo más. -murmura.
~
Me suelto de su mano siendo consciente que esa será la última vez que mi mujer que de la mano en toda mi eterna e insignificante vida.

La rosa negra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora