Capítulo 67

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Malala Lorenzo.
Lunes 13 de marzo, 9.00
°
Entro en el bufete haciendo que su secretario se ponga en pie para llevarme directamente a su despacho. Llamo a la puerta y su voz ronca me permite el paso.
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-Buenos días. -digo entrando.
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Me mira sacando unos papeles y tose levemente.
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-Hoy viene conmigo a un juicio, es a las diez y media. -dice serio.
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Asiento firme agarrando esos papeles y los miro.
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-¿Drogas? -pregunto.
-Y posible asesinato. -explica.
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Su mano roza la mía cuando agarra el papel y puedo sentir mi cuerpo herizarse por completo haciendo que aparte la mirada.
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-¿Cómo estás Jesus? -pregunto preocupada cuando se gira mirando a otro lado.
-Aquí estamos trabajando, además, no tienes que preocuparte por mi. -responde firme.
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Me sorprendo ante sus palabras y asiento.
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-¿Durará mucho ese juicio? -pregunto.
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Encoje sus hombros.
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-Suelen durar dos horas o algo más... Las dos hora no te las quita nadie. -asegura.
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Me acerco a él tocando su espalda pues quiero que me mire y se aparta serio.
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-Soy un jefe como otros, tenme ese respeto, que hayamos mantenido sexo en el pasado no quita que tengas privilegios. -dice serio.
-Tuvimos sexo y sentimientos. -digo firme.
-Los sentimientos fueron tuyos, lo mío fue solo sexo. -reprocha.
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Mis ojos arden advirtiendome que las lágrimas vendrán en poco tiempo haciendome pequeñita a su lado.
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-Fuimos pareja. -mi voz se corta.
-De alguna manera te tenía que amarrar a mí. -rie levemente.
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Aparto la mirada cogiendo aire pues no quiero llorar.
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-Hoy al baño. -digo seria.
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Salgo corriendo de su despacho entrando al baño y rompo a llorar... Soy incapaz, incapaz de creer que todo lo que vivimos fue mentira, aquella noche que me decía cuanto miedo tenía porque jamás había amado, el día que me llevó al cementerio... Estaba siempre preocupado por mi, joder, eso no era solo sexo.
Me miro en el espejo una vez yo misma retengo mis lágrimas, y lavo mi rostro.
Quiero que vuelva conmigo, quiero intentar que vuelva a ser el que era porque eso de que no me amó sé que es mentira... Me arrastraré por él si es necesario, simplemente quiero que sea feliz pues han pasado tres años y aun lo amo demasiado como para dejarlo caer de esa manera... Desde aquel día su vida a dado un bajón, puedo notarlo en su rostro, su mirada, su barba, la manera de hablar, la forma de actuar... No es el Jesús del que estoy enamorada pero juro que va a volver.

La rosa negra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora