Capítulo 59

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Malala Lorenzo.
Jueves 14 de Junio, 20.30
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Hace un mes, un mes exactamente que nose absolutamente nada de Jesús, aquel día se marchó a "descansar" y jamás regresó. Mi madre encontró la maletita que dejé en su casa con mis pocas cosas en la puerta de nuestra casa, lo he llamado, mi madre ha querido buscarle pero yo misma fui la que le prohibió que fuera en su busca pues si él ha decidido dejarme de tal manera tendrá sus motivos que hablará conmigo cara a cara pues hoy mismo en cuanto el doctor entre en esta habitación con mi alta iré a buscarlo, necesito un por qué.
Me han tenido un mes ingresada pues mi fiebre cada vez iba en aumento pero de un día a otro todo mi cuerpo se estabilizó y desapareció la fiebre y el malestar, en ningún momento recibí una llamada suya, un simple mensaje de "te dejo" joder... Ni siquiera sé si algo le ha pasado.
Estoy rota, destruida y pisoteada... Jesús se ha llevado toda mi corazón consigo y yo estoy atada a una cama de hospital sin poder correr a buscarle para suplicarle una explicación, unas palabras, una mirada... Necesito saber si está bien, si encontró a otra o... Joder, simplemente que me diga "te dejo" cara a cara.
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-Aquí tiene su papel de alta. -dice él doctor entrando una vez me he cambiado.
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Firmo mi madre agarra una muleta pues aún debo utilizarla por más tiempo y caminamos a la salida.
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-Hija. -murmura una vez entro al coche.
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Llevo este mes en absoluto silencio, las palabras no salen de mi, no soy capaz de hablar sin echar a llorar... Llevo todo este tiempo llorando en silencio.
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-Llévame a su casa. -susurro.
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Asiente preocupada y le suplico que para dos calles antes de la suya pues prefiero que no esté presente en el caso que se digne a abrirme la puerta.
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Jesus Oviedo.
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Subo y bajo de la barra concentrado, apartando los pensamientos que me están torturando hace un mes, un mes sin verla y ya quiero morir, ha regresado el Jesús que era, el Jesús que no conocía a Malala, el Jesús vacío, perdido y solo... El Jesús que no estaba con su mujer.
Él timbre suena, suspiro pensando si abrir o no pues me es extraño que alguien toque ese timbre, bajo la escaleras tocando mi abdomen al descubierto y la abro sin pensarlo cuando su rostro choca con el mío ¿por qué he abierto?
Tiene una muleta en la mano izquierda, el rostro pálido, lleno de ojeras y ha perdido peso... La he destrozado.
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-Malala. -murmuro.
-¿Por qué? -pregunta sin voz.
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Bajo la cabeza, escucho como llora haciendo que me sea muy difícil retenerme.
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-Quiero una explicación, porfavor Jesús, explicármelo y me marcho para siempre si eso quieres. -llora.
-Me engañé, no estoy enamorado de ti... En ningún momento lo estuve y no podía mentirme más. -miento.
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Ella me mira, se apoya en su muleta mareada y la agarro pues no tiene fuerzas.
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-Tengo marcas en el cuerpo por tu culpa, estoy marcada por ti, porque yo si te amé de verdad y acepté todas tus maneras de amarme... ¿Todo fue mentira? -llora sin fuerzas.
-Sexo. -murmuro.
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Ella se aleja bruscamente y la agarro de nuevo.
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-Dejame acompañarte al coche, estas débil. -suplico.
-A sido un placer conocerte, eres un buen hombre Oviedo... Ojalá encuentras a la mujer de tu vida, te lo mereces. -dice rota.
-Malala. -murmuro.
-Espero verte en algún momento de mi vida. -dice sin rencor alguno.
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Se gira con ayuda de las muletas y se marcha caminando.
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-Hasta siempre bebé. -rompo a llorar.

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