La rosa negra

Capítulo 10

Jesus Oviedo.
Miercoles 11 de Marzo, 6.00
°
Jadea realmente fuerte mientras el cuero se desliza por sus senos, tira de las cuerdas que la mantienen con los brazos en alto y se aferra a estas pues sus piernas tiemblan cuando le azoto el trasero, su cabello alisado comienza a rizarse del sudor y siento las marcas en su trasero cada vez más marcadas: está hermosa ahora mismo.
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-Señor. -suplica.
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Me pego a ella, deslizo mis dedos por su vientre y abre los ojos.
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-Dígame. -murmuro.
-Lo amo. -asegura.
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Sonrio dejando un pequeño beso en su cuello y recojo lentamente su cabello.
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-Yo la amo más señorita, se lo aseguro. -digo realmente convencido de lo que digo.
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Miro sus ojos girando su rostro de lado pues está de espaldas a mi y rozo sus labios húmedos con los mios, sus ojos oscuros me dan todo cuanto necesito y un tedioso ruido de despertador me hace regresar a la realidad, a mi dura realidad.
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-Mierda Oviedo ¿cómo cojones se te ocurre soñar tal cosa? -me culpo.
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Me pongo en pie asegurándome que son las seis y media, me pongo la ropa de deporte y corro durante una hora, como cada día salgo a correr viendo los primeros rayos de sol.
Él sueño no para de rondar mi cabeza, esa chica tampoco a salido de mi mente desde el primer día que la vi y razón no me faltaba cuando le dije que un baño seria insuficiente para todo cuento quiero hacerle... Pero no, esto me asusta, esa joven va más allá del simple sexo que he practicado durante estos años pues algo me dice que sí, que consiga verla más y me meta de lleno en ella pero otra parte de mi asegura que debo alejarme de esa chiquilla, oh joder ¿Cómo he podido plantearme el meterla en esa práctica tan dura? Nadie merece mantener relaciones de la manera que me gusta.
Entro en casa yendo directamente a la ducha, me pongo el traje y en cuestión de veinte minutos ya estoy llegando a la sede para comenzar el día.
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-¿Cuando es la próxima reunión con la señora de ayer? -pregunto.
-En una semana, supongo que si hay novedades adelantara la cita. -explica.
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Asiento caminando a mi despacho nuevamente y froto mis ojos planteándome qué hacer pues realmente necesito volver a ver a esa chica de cabello rizado y voy a hacer lo posible por volver a verla antes de una semana, estoy seguro.