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Seokjin se quedó de piedra al ver a su cuñado a través de la pantalla. Yoongi tampoco podía creerlo; Park Hyungsik se hallaba ante él, en un pueblo de la provincia de Gangwon, a unos doscientos kilómetros de donde se vieron por última vez. Habían transcurrido trece años desde su primer encuentro y ahora lo volvía a tener enfrente, mirándole con ese semblante tranquilo, tan característico de él.

—¿Cómo es posible?— se preguntó a sí mismo muy impactado —Te creía muerto

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—¿Cómo es posible?— se preguntó a sí mismo muy impactado —Te creía muerto...

—Los verdaderos supervivientes no mueren tan fácilmente, Yoongi— el hombre sonrió contemplando su rostro —Te veo bien.

—¿Qué haces aquí?

—Buscaba a Yuuma— Hyungsik miró al muchacho que cargaba entre sus brazos —Le has encontrado antes que yo.

El niño se agarró con más fuerza del cuello de Yoongi. Aunque ya habían salido de la clínica seguía temblando como una hoja en un vendaval.

—Tranquilo, todo irá bien— le susurró al oído y luego se dirigió a Hyungsik —¿Es tu hijo?

—No, lo encontré hace dos años en el bosque— respondió sin apartarse de la barandilla —Había perdido a sus padres y estaba muy débil y desnutrido. Desde entonces cuido de él.

Yoongi se sintió tan descolocado con el inesperado reencuentro que no supo cómo reaccionar. Hyungsik escuchó el crujido de la nieve y miró hacia la carretera. Sin intercambiar más palabras agarró la guadaña que llevaba a la espalda y caminó hacia los infectados. El arma no era la típica herramienta agrícola que se utilizaba en los campos, tenía un diseño personalizado, similar a la que solían asignarle a La muerte.

A Yoongi le invadió una sensación extraña al presenciar cómo neutralizaba al primer individuo con una facilidad asombrosa. La cabeza del segundo infectado cayó sobre la nieve mientras su cuerpo seguía en pie. Al tercero le rebanó la cara de lado a lado sin verse obligado a emplear demasiada fuerza.

Yoongi nunca había visto a Hyungsik usando un arma y mucho menos con esa destreza. El hombre guardó la guadaña en un espacio que había entre su mochila y regresó con ellos mientras la sangre de los cadáveres se esparcía sobre la nieve.

—¿Qué te trae por aquí?— Hyungsik se apoyó sobre la barandilla como si no hubiese pasado nada —¿Estás de paso o vives por la zona?

El hombre no se mostró nervioso por estar en un lugar rodeado de infectados y esa excesiva calma desconcertó a Yoongi. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Ni siquiera él, que llevaba un disfraz de sangre era capaz de sentir semejante seguridad.

—No, solo he venido a por un medicamento— Yoongi notó que el niño se volvía a apretar contra él —Me lo he encontrado dentro de un armario. ¿Por qué estaba solo?

—Nos topamos con varios terjangkit en el bosque y Yuuma salió corriendo— explicó mirando al pequeño —Por suerte he podido seguir sus huellas hasta aquí.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora