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El hambre era un síntoma diferente, pero a Yoongi no le extrañó del todo. El virus había mutado tantas veces en los últimos años, que ver un cambio como ese no le sorprendió.

—¿Cómo te sientes?

Junggi se encogió de hombros ante la pregunta de su appa. Ya no tenía miedo porque el hombre malvado se había ido y los niños feos y ruidosos habían dejado de moverse.

—¿Te duele algo?— Yoongi levantó la camiseta del chiquillo en busca de alguna anomalía, pero no encontró nada —¿Tienes alguna sensación rara?

Junggi negó con la cabeza y Yoongi miró a Jungkook desconcertado. ¿Por qué parecía tan sano? Podría ser como los serendipia, que tardaban más tiempo en convertirse, pero aun así, solían presentar ciertos síntomas, como sudoración excesiva, malestar o desorientación.

—Déjame ver— Jungkook tocó la frente de su sobrino para comprobar si tenía fiebre —La temperatura es normal.

Junggi miró a su tío con mucha curiosidad mientras Yoongi rompía la jeringuilla para verificar si la poca sangre que contenía era de un infectado. Por el olor y la textura supo que Hyungsik no había mentido.

—¿Crees que mi hermano ha podido inmunizarlo?

—No creo que la vacuna que os administró Jongsuk tenga la capacidad de inmunizar a nadie. Digamos que, al ser Jimin un serendipia, Junggi desarrolló defensas para combatir el virus. Si fuera así, tendría que pasar por un proceso similar al vuestro. ¿Cómo te explicas que no tenga ni un solo síntoma?

—¿Entonces?

Yoongi no entendía lo que estaba pasando, pero su corazón se llenó de esperanza al ver lo tranquilo que estaba su hijo. Habían transcurrido unos diez minutos y seguía siendo un niño normal y corriente.

—Appa, tengo hambre...

—¿Qué quieres comer?

Burguis.

Yoongi y Jungkook se miraron aliviados. Las hamburguesas de avena, las que Junggi había bautizado como burguis, eran su comida favorita. Que el niño quisiera comer algo tan normal aumentó la esperanza de la pareja.

—JK, llévatelo al hospital.

—Espera un momento...

—Necesitas atención médica y allí Junggi estará a salvo.

—Si vas a ir tras él, quiero ir contigo.

—Te estoy confiando la vida de mi hijo. Necesito que cuides de él y que me dejes hacer esto.

Jungkook dudó. Él también tenía una cuenta pendiente con Hyungsik, pero siendo sinceros, la de su cuñado era bastante más larga. Para Yoongi no se trataba solo de un acto de venganza, también era un acto de liberación.

—No dejes que ese miserable se salga con la suya.

—No lo permitiré.

Junggi bostezó. Tenía sueño porque no había dormido la siesta, pero también le rugían las tripas. Quería comer burguis, ver a su papá y después dormir con Mellie y Neysa. No le gustaba el bosque y como estaba oscureciendo, comenzaba a sentirse muy inquieto.

—Appa, quiero ir a casa.

Yoongi lo miró de arriba abajo. Tenía algunos moretones, pero más allá de eso, su aspecto era muy sano. En su interior sabía que se estaba arriesgando mucho al enviarlo con Jungkook. Cabía la posibilidad de que no fuera inmune y si se equivocaba, sus padres no estarían a su lado cuando muriera.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora