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Junggi abrazó a Shooky. Estaba sentado en el suelo, en alguna parte del bosque y tenía mucho miedo. El hombre malvado que lo había sacado de su casa, le había advertido de que, si gritaba, lloraba o intentaba escapar, iba a matar a su papá de una forma muy dolorosa.

Y Junggi tenía miedo, mucho miedo, pero no solo del hombre malvado que lo miraba de manera extraña, también temía a los dos niños que estaban atados a los árboles de enfrente. Uno de ellos babeaba sangre y el otro tenía el lado derecho de la cara rajada.

Hyungsik se sentó de espaldas a los infectados y sacó un paquete de tabaco del bolsillo de la chaqueta.

—Taehyung también tenía uno de esos— dijo mientras se ponía el cigarrillo en la boca —Era un corazón rojo tan jodidamente feo que daba asco verlo.

Junggi no dijo nada, solo abrazó a Shooky con más fuerza.

—Sabes que no eres hijo de Yoongi, ¿verdad?

El niño vio como encendía el cigarrillo y tomaba una calada.

—Dos hombres no pueden tener hijos, ¿entiendes? Eres el hijo de alguna puta barata que tu padre se folló cuando le entró el apretón. Si Yoongi está cuidando de ti no es por amor, es por lástima. No te hagas ilusiones, él no te quiere.

Junggi no sabía lo que significaba puta o bastardo, pero sí sabía que el hombre malvado no decía la verdad. Su appa lo quería mucho, se lo decía todos los días y él creía en su appa.

—¿No vas a hablar?

El niño guardó silencio y Hyungsik sintió ganas de golpearlo. Odiaba a ese mocoso con todas sus fuerzas. El parecido que tenía con Jimin le molestaba, pero no tanto como su nombre. Min Junggi. ¿Cómo se había atrevido ese hijo de puta a llamarlo así? Cada vez que lo pensaba deseaba haberle asestado más de seis puñaladas.

Hyungsik tomó otra calada tratando de mitigar su rabia. Todo estaba saliendo a pedir de boca, no había necesidad de sentir tanta rabia. Él era el ganador, el único ganador.

Y aun así, las palabras de Jimin lo seguían atormentando.

Todo lo que jamás verá en ti.

Hyungsik clavó la vista sobre Junggi. Tenía que controlarse para no pagar el odio que sentía por su padre con él. Llevaba meses planeado la destrucción de la isla, quería castigar a Yoongi por su traición y ahora que estaba tan cerca, no podía echarlo a perder.

Entrar en casa de los Min fue la tarea más fácil de todas. Antes de llamar a la puerta había matado a Moon Woobin, un amigo de Junggi, para acceder mejor a la vivienda. Minnie, la niñera, no dudó en brindarles su ayuda cuando lo vio con el niño en brazos. La joven tendría que haber sospechado, dado que no se conocían, pero trabajaba con niños y priorizar la vida de Woobin fue su gran error.

Hyungsik la mató por la espalda sin que Minnie llegara a enterarse de lo que ocurría. Luego tiró el cuerpo del niño al lado del suyo y se apresuró al piso de arriba, donde se encontró con Mellie y Neysa.

La perrita le mostró los colmillos advirtiéndole, de que si daba un paso más, lo atacaría. Hyungsik no se dejó intimidar por sus ladridos y se acercó, lo que impulsó a Mellie a morderle en un tobillo.

El mordisco fue fuerte, incluso le arrancó un grito, pero Hyungsik no se acobardó y la obligó a soltarlo a base de martillazos. Neysa se le echó encima cuando oyó los sollozos de la perrita y lo arañó en brazos y pecho. El hombre reaccionó rápido, estampando a la gatita contra el suelo.

Hyungsik quiso seguir hacia la habitación de Junggi, pero Mellie se volvió a poner en su camino, ladrando con las pocas fuerzas que le quedaban. Su insistencia le llevó a la conclusión de que, si no la mataba, seguiría tratando de impedir que se lo llevara.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora