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—Jun, voy a decírselo a mis padres.

Junggi lo escuchó sin apartar la mirada de la luna llena. Era hermosa desde cualquier parte de la isla, pero contemplarla desde lo alto de un árbol tenía otro encanto.

—¿Cuándo quieres decírselo?

—Antes de mi cumpleaños. No sé cómo se lo tomarán, pero no puedo renunciar a ti. Y tampoco puedo renunciar a ellos...

El último comentario llevó a Junggi a fijar la vista sobre él.

—¿Qué tontería ibas a hacer?

—Pues... Pensé en dejar de ser parte de la familia— murmuró bajito y en un tono muy inocente —Ya sabes, romper los papeles de adopción y volver al orfanato.

Junggi exhaló un suspiro muy largo.

—El sistema no funciona así. Aunque hagas desaparecer los papeles, tu adopción está registrada en el ayuntamiento, por lo que, legalmente, eres hijo de Min Taehyung y Min Jungkook. Para dejar de serlo, necesitas una razón de peso y no la tienes.

—No lo sabía— Taeju se sintió tan avergonzado que evitó su mirada —Pensé que mi plan era infalible.

—En tu cabeza sonaba genial, ¿verdad?— Junggi le dio un puñetazo en el brazo —Por eso te digo que leas menos cómics de fantasía y más libros sobre temas de adultos.

—¡Oye, pero si ya los leo!

—Leer novelas eróticas no cuenta, bobo.

Taeju le sacó la lengua y Junggi se rió. En realidad le daba igual si consumía cómics o libros, lo que no podía pasar por alto era la oportunidad de meterse con él.

—Escucha, sé que tienes miedo, pero eres el hijo de mis tíos. Si para estar conmigo tienes que renunciar a quién eres, entonces no quiero que estés conmigo.

—Lo siento, Juni...

—Se lo diremos juntos— Junggi apoyó la frente sobre la suya —No te dejaré solo.

Taeju se sintió más confiado porque contaba con él, pero aún le preocupaba la reacción de sus padres.

—¿Y si se enfadan?

—En la mitología griega las relaciones incestuosas son bastante frecuentes, así que si se ponen tontos, le echaremos la culpa a tu abuelo por su procedencia.

—Eres idiota, Min Junggi.

El menor lo golpeó suavemente en el hombro y Junggi se echó a reír. Taeju era la única persona en toda la isla que lo llamaba idiota, tonto o estúpido. Para todos los demás era un genio, un niño prodigio o un fuera de serie. Y aunque Taeju también valoraba su inteligencia, Junggi amaba que no tuviera reparos en tratarlo como a un chico corriente.

Junggi apoyó la espalda sobre el tronco y Taeju se acomodó entre sus brazos. Cuando oscurecía les gustaba subirse a un árbol para observar las estrellas.

—Hoy es noche de chicas y noche de acampada— comentó Taeju contemplando la luna —Sohee lleva todo el día restregándome en la cara lo que hará con Yeji y la tía Eunha. Esa mocosa es como un mosquito zumbando en el oído, en serio. Nosotros también deberíamos tener una noche de algo.

—Jjin va a dormir en casa del tío Chang— le susurró al oído —¿Quieres pasar la noche conmigo? Podríamos empezar a practicar.

Taeju se sonrojó muy fuerte.

—Te has sonrojado, ¿verdad?

—No.

Junggi comenzó a hacerle cosquillas bajo los brazos y Taeju se defendió con tanto ímpetu, que ambos estuvieron a punto de caer al suelo. Sus risas escandalosas llegaron hasta los oídos de un señor mayor que regresaba a casa, pero como era de noche, no pudo verlos encima del árbol.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora