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Namjoon abrió los ojos lentamente. El chico se sentía cansado, amodorrado y algo desorientado. Poco a poco fue despejándose hasta tomar asiento sobre la cama. La habitación estaba vacía y en el exterior brillaba el sol con mucha intensidad.

Namjoon se levantó con cuidado. Pronto notó que sus piernas estaban débiles y que los huesos le dolían con cada paso. El primo de Jungkook salió del dormitorio con cierta dificultad. El camino hasta la cocina le tomó más tiempo de lo esperado.

—¡Oh, por fin despiertas!— Seokjin se sorprendió al verle —¿Estás bien?

—¿Por fin despierto?— dijo confuso —¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

—Siete días— el mayor dejó la cuchara dentro del cuenco de cereales —Pensé que tardarías menos, la verdad.

Namjoon se quedó de piedra.

—¿He estado durmiendo una semana?

—¿Qué te dije?— Seokjin se levantó de la silla y puso los brazos en jarra —Te dije que no podías ir tú solo. Todavía no te has adaptado a esto, Namjoon. Tu cuerpo no puede lidiar con la presión.

—Hobi estaba sufriendo mucho— murmuró tras entender lo que había pasado —No podía seguir mirando...

—Eso lo comprendo— aseguró en un tono más sosegado —Pero deberías haberme pedido ayuda. 

—¿Cómo están los demás?

Seokjin suspiró al verle cambiar de tema. El mayor sabía que Namjoon estaba mentalmente agotado y físicamente muy dolorido, por eso no insistió y lo dejó pasar.

—Están mejor— le tranquilizó —Siéntate. Te prepararé algo para desayunar.

—¿Puedo verles?

Seokjin asintió y observó cómo se dirigía hacia el salón. Cada paso que daba parecía costarle mucho esfuerzo.

—¿Te ayudo?

—No, ya puedo yo— Namjoon tomó asiento entre varios cojines —Pero gracias.

—Por cierto— Seokjin comenzó a lavar unos pimientos —¿Te gusta el sofrito de verduras?

El joven se giró hacia el salón al no recibir una respuesta. Namjoon se había quedado dormido con el mando entre las manos.

—Tonto— bufó acercándose a él —Espero que hayas aprendido la lección— le amenazó con el pimiento.

El rostro cansado de Namjoon le hizo suspirar. Seokjin dejó la verdura sobre la encimera y regresó al salón con una manta. Tras poner el mando encima de la mesita lo arropó y le acomodó la cabeza con cuidado.

—Tienes que pensar más en ti— susurró —Ellos no son los únicos que están sufriendo.

Seokjin desvió la mirada al oír la voz de Jimin. El rubio estaba bajando por las escaleras en ese preciso instante.

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Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora