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Namjoon no podía dejar de caminar de un lado a otro. Seokjin había salido a comprobar si Seungho seguía atrapado en el búnker y al menor le comían los nervios.

El joven resopló por enésima vez. La posibilidad de que el alma del novio de Eunha estuviera retenida en el cuerpo de un infectado le revolvía las tripas. Namjoon apenas había pasado unos minutos en ese estado y recordarlo le ponía los pelos de punta.

—¿Por qué tarda tanto?— musitó y comenzó a recorrer la casa por tercera vez consecutiva. Namjoon volvió a pasar al lado de la habitación de su compañero sintiendo la misma curiosidad que las dos veces anteriores.

El menor miró hacia ambos costados del pasillo, como si estuviese a punto de cometer un delito. Sin detenerse a considerar si estaba bien o mal, entró en el dormitorio a echar un vistazo.

La habitación se veía limpia lo que tampoco le extrañó demasiado. Seokjin era una persona pulcra, de las que siempre tenían todo recogido y ordenado. La cristalera que había destrozado tras su ataque de ira volvía a estar intacta.

El joven se dirigió al armario empotrado y lo abrió sin titubear.

—Vaya— murmuró sorprendido; delante de él se alzó un pequeño pasillo que lo llevó hacia un vestidor. La habitación era amplia y estaba llena de calzado y ropa de alta costura. El chico dio una vuelta por el cuarto, ojeando camisas, pantalones, zapatos, relojes y toda clase de accesorios.

«Seguro que al principio fue genial tener todo esto pero ahora

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«Seguro que al principio fue genial tener todo esto pero ahora...»

Namjoon pensó en la soledad de Seokjin; si a él le hubiera sucedido algo similar andaría vestido como un pordiosero, sin afeitarse ni asearse. El mejor amigo de Yoongi sin embargo seguía mostrando un aspecto cuidado e impoluto.

Namjoon torció el gesto pensativo. Irse a su propia orbit quizá le permitía seguir en contacto con Hoseok, pero también podría suponer la muerte de Seokjin. No física ya que ambos estaban muertos, pero sí mental, dado que la soledad acabaría con su cordura y probablemente también con la de Namjoon.

Por muy atrayente que fuese la idea de hablar con Hoseok todos los días, nadie sabía si sus conversaciones serían permanentes. ¿Y si se iba a su orbit y a los diez días cesaba la comunicación entre ellos? ¿Y si no podía regresar a la orbit de Seokjin? El riesgo era elevado para ambos y el desconocimiento la razón principal por la que Namjoon no había tomado una decisión todavía.

«Hay demasiadas incógnitas y también demasiado peligro»

El primo de Jimin regresó al dormitorio sumergido en sus pensamientos. Mientras se paseaba por la habitación detectó un cuaderno blanco encima de la mesita de noche. En el centro se veía una flor de cinco pétalos y debajo del dibujo ponía en letra cursiva Vergissmeinnicht.

Namjoon no pudo contener su curiosidad y lo abrió sin pensárselo dos veces.

Estoy cansado del silencio. Cuando me levanto, solo hay silencio. Cuando me acuesto, solo hay silencio. Pensé que en el bosque podría oír el cántico de los pájaros, pero no hay animales por ninguna parte. ¿Debería mudarme a otro lugar? ¿Pero a dónde? Estoy cansado del silencio. Estoy muy cansado...

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora