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—Hola, mi amor— Jimin alzó a Junggi en brazos y le dio varios besos en la mejilla —¿Cómo está mi niño precioso? ¿Ya has cenado?

Yoongi y Jungkook se asomaron desde la sala de música. Jimin estaba de espaldas, sujetando a su hijo con mucho amor. El joven vestía un traje gris oscuro que combinaba pantalón y chaqueta. Junggi comenzó a jugar con su corbata mientras le contaba emocionado lo que había cenado.

A ambos les sorprendió la vestimenta de Jimin, pero no tanto como su cabello negro. Aunque habían pasado años desde la última vez que se vieron, todavía creían que lo llevaba rubio.

—¿Has jugado mucho, cariño?— Jimin le tiró suavemente de la nariz —¿Te has divertido mientras papá estaba trabajando?

Su voz provocó fuertes emociones en ellos, sobre todo en el mayor, que no sabía cómo comportarse al verle ejerciendo como padre. Yoongi quería acercarse para poder mirarle a los ojos, pero no deseaba interrumpir la entrañable escena, por lo que decidió mantenerse al margen.

Jungkook sin embargo no fue capaz de quedarse quieto y caminó lentamente hacia su hermano. Ver que estaba bien, que parecía feliz y saludable, le quitó un gran peso de encima.

—Pollito, ¿sabes dónde está Minnie?— Junggi negó con la cabeza sin dejar de jugar con su corbata azul —¿No lo sabes?— preguntó desconcertado —¿Te ha dejado solo?

—No— contestó alzando la mirada —Con el tío Koo y el tío Gigi.

Jimin sintió tristeza al oír la respuesta, aunque no lo exteriorizó por el bien de su hijo. Le hablaba con tanta frecuencia de ellos, que no era extraño que Junggi los mencionara.

—Siempre van a estar contigo, mi amor— le acarició suavemente la cabeza —Son dos ángeles que te protegen desde el cielo.

—No, papi— negó haciendo un puchero —No cielo.

—¿No?

Junggi señaló con la mano hacia la sala de música. Jimin se giró con el niño en brazos y se encontró con Jungkook a escasos metros de él. Su hermano tenía el pelo atado en una coleta, con varios mechones cubriéndole parte del rostro. Parecía recién duchado, no solo por el cabello húmedo que saltaba a la vista, también por la muda de ropa que pertenecía a Hoseok.

Detrás de Jungkook apareció Yoongi vistiendo un conjunto que era suyo. Jimin se fijó en su pelo oscuro; lo tenía más largo, pero no tanto como su hermano. La mirada del mayor albergaba un sentimiento que no pudo entender. Probablemente porque su mente no era capaz de comprender lo que estaba pasando.

La impresión de verlos resultó tan fuerte que se le nubló la vista. Jungkook advirtió que se estaba mareando y lo agarró rápidamente de brazos y espalda para evitar que pudiera caerse.

—Te tengo, hyung— Jungkook lo sujetó con firmeza mientras Junggi miraba a su tío con sus grandes e inocentes ojos oscuros —Y a ti también, chiquitín.

Yoongi se quedó a unos metros de ellos sin saber cómo proceder. No sabía si debía acercarse o mantener las distancias, aunque en el fondo deseaba estar en el lugar de Jungkook.

Jimin apenas fue consciente de que su hermano lo ayudó a sentarse en el sofá. Había cerrado los ojos por el mareo y le inquietaba abrirlos porque sabía que se trataba de un sueño. Ni siquiera reaccionó cuando le quitó a Junggi de los brazos porque creía que lo que le estaba pasando, no era real.

—¿Por qué no juegas con tus bloques?— Jungkook dejó al niño con cuidado en el suelo —El tío Koo tiene que hablar con papá. ¿Lo entiendes?

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora