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Yoongi se tomó un instante para observar a sus alumnos. Tenían que elegir un objeto de su mochila para afrontar la última prueba del curso de supervivencia y algunos parecían bastante indecisos.

Tras cinco minutos de intenso debate, cada uno se decantó por una cosa diferente.

—De acuerdo— concluyó sin hacerles saber si sus decisiones eran buenas o malas —Si lográis pasar una semana a la intemperie, habréis finalizado este curso con éxito.

Sus alumnos, de entre dieciséis y treinta y cinco años de edad, parecían emocionados pero también algo preocupados. Era la prueba más difícil de todo el curso y según los más veteranos, pocas personas habían llegado a superarla.

—¿Podemos ir al pueblo?

—No, tenéis que sobrevivir por vuestra cuenta— le contestó Yoongi al menor del grupo —Regresar al pueblo antes de que se cumpla el plazo se considerará una renuncia.

—¿Y eso qué significa?— preguntó la mayor.

—Que no estáis preparados para sobrevivir en la península— Yoongi caminó entre ellos —Habéis aprendido muchas cosas en los últimos meses y ahora os toca poner esos conocimientos en práctica. Podéis recorrer toda la isla, excepto el pueblo, la zona de la ganadería y el invernadero. No tenéis permitido robar comida, tenéis que proveer por vuestra cuenta.

—¿En serio?— susurró una muchacha de veinte años —¿Entonces qué comemos?

Yoongi la oyó y sonrió para sus adentros.

—En las rocas podéis encontrar crustáceos, mejillones, lapas o percebes, que son ricos en nutrientes. También tenéis la opción de pescar o ingerir algas. El bosque está lleno de insectos y las cortezas internas de algunos árboles son comestibles.

El marido de Jimin notó que algunos parecían querer renunciar antes de comenzar.

—Trece personas se unieron a este curso, pero solo vosotros seis habéis llegado hasta aquí. Tenéis el conocimiento y la capacidad necesaria para lograrlo, solo necesitáis confiar en vosotros mismos. Sé que una semana parece mucho tiempo, pero si yo sobreviví cuatro días metido en una alcantarilla, vosotros podéis pasar siete en una isla con recursos naturales.

—¡Tiene toda la razón! ¡Venga, nosotros podemos!

El entusiasmo del menor contagió a todos los demás. Ya no parecían tan inseguros, algunos mostraban incluso cierta impaciencia por empezar.

—Por último, si hay alguna emergencia médica, volved al pueblo. La salud va primero, ¿entendido?

—¡Entendido!

Yoongi cogió la mochila, sacudió la arena de la playa y se la colgó de un hombro.

—Buena suerte.

Sus alumnos se despidieron de él con una reverencia y Yoongi se adentró en el bosque pensando en su anterior grupo. Ninguno consiguió aguantar los siete días completos. Algunos eran buenos en la teoría, pero en la práctica se venían abajo con mucha facilidad.

Para sobrevivir se necesitaban ciertos conocimientos, sin embargo, lo más importante era la fuerza mental. Sin ella, era imposible resistir en un lugar como la península.

Yoongi deseaba de todo corazón que ese grupo obtuviera resultados diferentes, sobre todo porque les veía muchísimo potencial. Mañana seguiría trabajando con el grupo de Soobin, al que también creía más que capacitado para llegar lejos.

Cansado, alejó los pensamientos del trabajo y se centró en su hijo. Junggi había pasado la mañana con dolor de tripa y quería volver cuanto antes para estar con él. También tenía ganas de ver a su marido, de saber cómo le había ido el día y de tomar un baño juntos, antes de celebrar el cumpleaños de Jungkook.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora