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Taehyung examinó a Jungkook de arriba a abajo. Era la primera vez que lo veía en uniforme de policía y no podía dejar de adorarlo. El menor estaba explicándole lo que hacía durante el día y las dudas que le atosigaban respecto a su nuevo trabajo.

—No hay mucho que hacer como puedes ver— Jungkook se apoyó contra el escritorio —Me gusta este oficio pero no sé si soy necesario.

—Puede que ahora mismo la cosa esté tranquila pero los humanos tienden a cagarla constantemente. Y sí, puede que aquí no haya blanqueo de capitales o tráfico de drogas, ¿pero qué hay de la violencia doméstica, el maltrato infantil o la violencia sexual?

—Tienes razón— musitó pensativo —Por fuera todo parece perfecto.

—Acabamos de llegar del infierno y por eso todo nos parece idílico pero piénsalo por un segundo. En Inyeon hay más de quinientas personas. Algún delincuente habrá entre ellos, ¿no?

—Ahora que lo dices... Algunos se han alegrado al verme paseando por el pueblo.

—Ahí lo tienes— Taehyung le señaló con ambas manos —Les das seguridad.

—¿Entonces sí soy necesario?

—Por supuesto que lo eres— afirmó sin duda alguna —Además, no te atrevas a privarme de verte en ese uniforme tan sexy— se mordió el labio inferior —Tu culito luce muy sabroso.

Jungkook no pudo contener la risa. Lejos de avergonzarse por su comentario caminó por la comisaría como si se tratase de una pasarela de moda. Taehyung comenzó a silbar, lo que terminó con ambos rompiendo a carcajadas.

—En media hora cierro esto— apuntó el menor alegre —¿Quieres esperar conmigo?

—Podríamos jugar a algo— propuso mostrando una sonrisa pícara —A policías y ladrones, por ejemplo.

—¿Quieres que te arreste?— Jungkook alzó la cabeza con cierta actitud chulesca —No tardaré ni dos minutos en meterte en una celda.

—Ese es un buen chiste— Taehyung dio unos pasos hacia atrás —Menudo fanfarrón estás hecho.

—Y sin embargo eres tú el que está escapando de mí.

—Porque soy el ladrón, lumbreras— se señaló a sí mismo —Mi trabajo es huir de ti.

Jungkook hizo un amago y Taehyung salió corriendo. La forma tan torpe en la que se movió hizo sonreír al menor como un niño pequeño. El maknae no tardó en ir detrás y como la comisaría era pequeña, se topó rápidamente con su novio atrapado en el pasillo de las celdas.

—Menuda mierda de sitio— bufó contra la pared —Esto no es justo.

—¿Qué esperabas? ¿El Palacio de Versalles?— se burló descaradamente —Anda, ven aquí.

Taehyung puso cara de no haber roto un plato en su vida. Esa expresión tan adorable hizo titubear a Jungkook durante unos segundos, oportunidad que aprovechó el castaño para empujarlo a un lado. El maknae se sobresaltó por la acción pero no dejó que escapase. Jungkook lo agarró del brazo y lo empotró contra la pared.

—¡Ay, serás bestia!— se quejó a gritos —¡Esto es brutalidad policial!

—Eres un maleante, puedo hacer lo que quiera contigo.

Taehyung dejó de resistirse al sentir la tensión que estaba surgiendo entre ellos.

—¿Y qué es lo que vas a hacer conmigo, agente?— preguntó en un tono sugerente —Dímelo, por favor.

Jungkook amó cómo pronunció cada palabra. El maknae apretó los dientes tratando de mantener la compostura. Luego lo arrastró hacia una de las cuatro celdas de las que disponía la comisaría. El sitio era pequeño y solo contaba con una cama de metal que se le antojaba bastante incómoda.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora