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Jimin observó las casas modulares detenidamente. Había siete en total, cuatro pequeñas y tres de un tamaño mediano. Las pequeñas tenían números asignados mientras las otras contaban con letras del abecedario.

El chico se acercó a la puerta número tres y la abrió con cierta reticencia. La luz se encendió automáticamente, iluminando una habitación bien amueblada. El lugar disponía de una chimenea, una mesa, un sofá y una cama. A su derecha detectó un pequeño pasillo que lo llevó hasta el cuarto de baño.

 A su derecha detectó un pequeño pasillo que lo llevó hasta el cuarto de baño

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Jimin ojeó el interior pensativo. La temperatura era agradable y también olía muy bien, aunque no lograba identificar la fragancia. El joven se fijó en el mueble bar que se situaba junto al sofá. Había varias botellas sin etiquetar lo que encendió su curiosidad.

Jimin destapó una de color verde notando un fuerte olor a alcohol. Sin pensárselo dos veces echó un trago que le provocó un intenso ardor en la garganta.

—Joder, es fuertísimo.

Asombrado por el sabor se quitó la chaqueta y la lanzó encima del sofá. Luego agarró otra botella y se tumbó sobre la cama. Ha Geon no le había mentido, era evidente que se dedicaban a destilar alcohol, aunque todavía no comprendía para qué necesitaban una estancia tan elegante.

La puerta se abrió cuando rozó la botella con los labios. Una muchacha de cabello oscuro entró en el cuarto luciendo un conjunto de lencería de encaje floral. La chica llevaba el pelo suelto y un maquillaje suave que le proporcionaba cierta inocencia.

—¿Eres nuevo?— preguntó con un ligero acento japonés —Nunca te había visto por aquí.

—Es la primera vez que vengo— dejó la botella en el suelo —¿Qué haces aquí? Me temo que te has confundido de puerta.

La joven comenzó a quitarse la parte superior del conjunto, lo que impulsó a Jimin a dar un salto de la cama.

—¡Para!— gritó avergonzado —¿Se puede saber qué haces? Solo he venido a beber.

—Todos los hombres dicen lo mismo pero en realidad vienen a divertirse con las chicas.

—¿Chicas?— Jimin frunció el ceño —¿Qué clase de lugar es este?

La muchacha titubeó. ¿Por qué se comportaba como si no supiera de qué iba la cosa? ¿Hacerse el desorientado era lo que le ponía?

—Me llamo Hirai Momo. ¿Cómo te llamas?

 ¿Cómo te llamas?

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Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora