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Jimin supo por su expresión que Jungkook no sabía dónde estaba. Parecía perdido mientras miraba a su alrededor, especialmente cuando se percató del desierto. Los ojos de su hermano se abrieron tanto que si no hubiera sido una situación alarmante, lo habría sentido hasta cómico.

—Dime que no te has suicidado, Jungkook...

—¿Disculpa, qué?— el maknae frunció el ceño —Hyung, ¿por qué me preguntas algo así?

—¿Qué recuerdas?

—Pues... Nada.

Jimin lo abrazó junto a la orilla del mar. Él sí recordaba la conversación que habían mantenido la noche anterior, por eso se le había cruzado el suicidio por la mente. ¿Cómo si no era posible que su hermano, que estaba completamente sano, estuviera allí con él?

—Escúchame, Jungkook. Esto es El Umbral. Eso quiere decir que...

—¿Inyeon ha caído?

—No creo. Si fuera el caso, alguien más estaría aquí.

—¿Y si es un sueño?— Jungkook miró a su alrededor, el paisaje le parecía bellísimo —Puede que alguno de los dos lo esté soñando.

—He estado aquí antes y no, esto no es un sueño.

A pesar de haberlo sugerido, Jungkook tampoco lo creía. La sensación que percibía era demasiado intensa como para tratarse de una ilusión.

Conmocionado, Jimin volvió a abrazar a su hermano. Su muerte no era una sorpresa, se había hecho a la idea de que cualquier día podría ser el último, pero con Jungkook era diferente. A él le quedaba mucho tiempo por vivir. 

¿Cómo había pasado? Se habían ido a dormir, ¿en qué momento había perdido la vida?

Cuando Jimin se apartó de él para mirarle a los ojos, vio a dos personas de refilón. Estaban junto a la orilla del mar, igual que ellos, a una distancia en la que se les podía ver el rostro. Jungkook se percató de que la mirada de su hermano se fue haciendo más y más grande, así que se dio la vuelta y entonces los vio.

Yoongi vestía una camisa blanca, unas bermudas y unas sandalias marrones a juego del pantalón. Taehyung llevaba un bañador verde, una camisa hawaiana, también en tonos verdes y blancos, y unas sandalias negras. Por su aspecto parecían ir de camino a la playa, lo que les pareció casi tan desconcertante como encontrárselos allí.

Ambos tenían la misma edad que el día en que fallecieron, pero de un momento a otro, el mar cambió por un bosque muy poblado, la mañana por la noche, y el aspecto de los hermanos Min regresó al día en que se conocieron.

Taehyung y Jungkook echaron a correr, bajó una inmensa luna llena, y cuando el menor lo alcanzó, lo alzó del suelo y su esposo se sujetó de su cintura fuertemente con las piernas. Durante unos segundos se miraron a los ojos, compartiendo una gran sonrisa, hasta que a Taehyung le pudo la emoción y lo besó por impulso.

—¡Mi cachorrito!— Taehyung tocó el rostro de su esposo suavemente con las yemas de los dedos y el maknae lo disfrutó, mientras lo sujetaba a pulso. Era difícil resistirse a la dulce mirada de Jungkook, pero más aún cuando le sonreía con tanta inocencia.

—¡Tae, pero qué joven estás!

—¿Has visto? ¡Vuelvo a estar muy follable!

—Follable has estado toda tu vida, pillín.

Yoongi pasó al lado de la pareja y antes de alejarse de ellos, le dio un golpecito en el trasero a Jungkook. El menor sonrió por el contacto, aunque la lengua de Taehyung no le permitió que se distrajera.

Retrouvailles | ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora