Retrouvailles | ⁴

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El frío estaba a punto de envolver la isla de Inyeon bajo su manto. Las hojas de los árboles comenzaban a teñirse con los colores del otoño.

Taehyung llevaba los últimos meses dando clases a jóvenes de todas las edades. En ocasiones hacía visitas a domicilio para ayudar a fortalecer las debilidades de sus alumnos. Su relación con Ji Changwook era buena pero seguía limitándose únicamente a lo profesional. El director solía contar con él para organizar proyectos que luego terminaban de desarrollar los estudiantes.

Yoongi también aportaba su granito de arena pero su contribución se centraba en la rama musical. El novio de Jimin se había adaptado a su nuevo empleo aunque con mayor dificultad que Taehyung. Por mucho que le gustara la música, dar clases era algo muy distinto y en ocasiones hasta le resultaba una pérdida de tiempo. 

Yoongi no terminaba de acostumbrarse a la calma de Inyeon y a veces creía que tanta paz no sería duradera.

Pese a su preocupación había logrado entablar una gran relación con casi todos los docentes. Solo con la Señora Dokgo, una cincuentona de actitud quejosa, no tenía buen trato. Cuando la mujer se enteró de su relación con Jimin comenzó a tratarlo con desprecio, hasta que Changwook vio lo que sucedía y le puso un alto.

Desde ese día, Dokgo se limitó a mirarle de mala manera. Lo mismo sucedía con otras personas de Inyeon. La mayoría ni se inmutaba al ver las muestras de cariño que compartían Yoongi y Jimin en público, pero sí existía un porcentaje, en su mayoría adultos, que no aprobaban su relación.

Taehyung y Jungkook eran mucho más comedidos a la hora de expresar su amor. No por el castaño, al que le daba igual comerle la boca en medio de la plaza del ayuntamiento, pero el maknae seguía sintiéndose inseguro cuando había mucha gente a su alrededor.

A pesar de su timidez, Jungkook había hecho grandes progresos, no solo en su relación con Taehyung, también en el trabajo que desempeñaba. Al principio pensó que no tendría mucho que hacer pero eso cambió súbitamente. La gente del pueblo era cívica y sin embargo nunca faltaba el típico sujeto al que le gustaba acosar a mujeres o pasarse de la raya con alguna muchacha. También había peleas entre vecinos o discusiones por las razones más absurdas.

Y la estupidez humana tampoco conocía límites. A principios de septiembre, Jungkook y Chanmi se encontraron a varios adolescentes delirando a las afueras de la escuela. Cinco chicos habían robado una planta del invernadero con la intención de esnifarla. El colocón resultó tan potente que los encontraron bailando desnudos.

Aunque el maknae invertía mucho tiempo leyendo libros de leyes, reglamentos y seguridad, cuando tenía que intervenir solía aplicar su propio criterio. Más de un habitante se vio obligado a pasar una noche entre rejas y aguantar posteriormente visitas a domicilio para ver si su conducta seguía siendo la adecuada.

Jungkook tenía la simpatía de muchos ciudadanos, especialmente de la gente de la tercera edad y de las mujeres más jóvenes, las cuales se sentían mucho más protegidas desde que estaba al mando. Eso también provocaba cierta crispación entre otros residentes, como Jang Myungsoo, al que no le gustaba que los Park tuvieran tanto poder.

En el concejo solía iniciar discusiones por la actitud de Jungkook, que según él era la de un déspota, pero Jimin siempre protegía a su hermano a capa y espada.

Las cosas para el rubio habían mejorado en los últimos meses, aunque todavía no se acostumbraba a ciertas funciones de su cargo. Su relación con Wooshik era puramente profesional y no hablaban más de lo estrictamente necesario. Dahye no había vuelto a intentar nada con él e incluso se comportaba de manera ejemplar cuando estaba en su presencia.