Grande, pá

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Grande, pá

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Muy temprano por la mañana el joven matrimonio Saotome se levantó a desayunar y comenzar con las tareas diarias. Luego del arroz, la sopa de miso y el pescado, Nodoka cambió al pequeño bebé llamado Ranma y lo envolvió en una suave manta dejándolo en su cuna. Se despidió del pequeño y de su marido y salió a trabajar como todos los días. Su esposo, Genma Saotome, Se peinó con esmero el sedoso cabello negro y se ajustó bien el pañuelo en la cabeza; también debía salir a proveer el pan, como su deber de esposo lo indicaba.

Tomó al bebé en brazos y salió de su casa caminando despacio. El clima era agradable, vivían en una zona rural de pocos habitantes y saludó a varios vecinos en su trayecto. Hizo dedo y una carreta tirada por caballos, que conducía un granjero afable y sonriente, aceptó llevar a un diligente padre y su hijo hasta el siguiente pueblo y al hospital, porque el bebé tenía un resfriado y le estaba dando fiebre.

Cuando Genma se bajó de la carreta, agradeciendo efusivamente, se encaminó a la zona del hospital, pasó de largo por la puerta, caminó unas cuadras más allá y se detuvo en una esquina. Acomodó al bultito pequeño en sus brazos y abrió la manta de tal forma que quedara bien expuesta a la vista la angelical cara de Ranma.

A ver a quién podía vendérselo hoy.

Genma se paró en la esquina con el trofeo entre sus brazos. Las señoras pasaban sonriendo al bebé, pero Genma sabía por experiencia que no eran buenas compradoras. Un par de horas después, el primer iluso cayó.

—Buen hombre, qué lindo bebé —comentó el trabajador con la mejor de las intenciones.

—¿Le interesa? —replicó en seguida Genma, mirando a los lados y por sobre el hombro, para que ningún curioso indiscreto escuchara la conversación.

—¿Cómo dice?

—Si le interesa la criatura podemos llegar a un acuerdo.

—¿Cómo así? —el granjero también miró por sobre el hombro. Él y Genma se acercaron confidencialmente.

—Voy a serle franco, mi esposa y yo tenemos muchos niños, una boca más que alimentar no nos ayuda en nada —dijo Genma—. No quiero entregar a mi pequeño, pero ¿qué otra cosa puedo hacer? Prefiero que tenga una vida que no puedo darle —una lágrima pareció brillar en la esquina de su ojo, pero era una ilusión óptica.

—Vaya, pues... —el otro hombre dudaba.

—Es un bebé, pero los bebés crecen, le aseguro que será de mucha ayuda. Se nota que será muy fuerte, mire su cara sonrosada y saludable.

—Sí, sí, claro, parece muy saludable —apreció el granjero—. Mi pobre Sayaka y yo no podemos tener niños, ¿sabe?, y pues...

—Con más razón, hombre. Un bebé alegra los días —sonrió Genma palmeándole la espalda—. Dígamelo a mí, que tengo diez.

—¿Tantos?

Genma asintió y se acomodó los anteojos.

—En ese caso... ¿cuánto pide? —susurró el granjero.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora