Hanami

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Hanami

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Akane jugaba a abrir y cerrar el abanico de papel usando la punta de los dedos, mientras, con los auriculares puestos y los ojos cerrados, escuchaba la música que serviría para su danza. El pobre abanico crujía y se quejaba bajo sus manos, pero ella no lo escuchaba, estaba en trance por la música, imaginándose los gráciles movimientos que haría, la manera en cómo movería un brazo, descubriéndolo al levantar la manga del kimono hasta el codo, luego girándola y extendiéndola otra vez. Para aquí, para allá.

Cuando el abanico crujió por última vez rompiéndose entre sus manos, Akane abrió los ojos desconcertada y se sacó los auriculares para poder observar mejor lo que había ocurrido. Incrédula, observó un pedazo de la pieza, luego el otro.

—Ups... —murmuró.

Esperaba que Kasumi tuviera un repuesto. Luego se levantó y ocultó los pedazos de abanico entre la basura de la papelera de su cuarto lo mejor que pudo, para que Ranma no los pudiera ver. El muy payaso le había dicho que seguro que rompía el abanico nada más tomarlo. ¡Idiota! Odiaba cuando tenía razón en algo.

En la escuela Furinkan habría un festival cultural, y esta vez los alumnos podían participar en la disciplina que quisieran, en grupo o por separado, aportando en alguna de las áreas que la profesora Hinako había propuesto. Akane supuso que junto con Yuka, Sayuri y otras chicas del salón harían una pequeña mansión embrujada, o quizá una presentación y venta de dulces y confituras, o algo por el estilo; lo de todos los años. Pero en cuanto la profesora Hinako nombró la danza Nihon buyo, Akane quedó extasiada. Sabía que no era tan agraciada para el baile, no tenía esa soltura y esa grácil femineidad que la danza requería, como bien Ranma se encargó de recalcarle antes de salir volando por la ventana del salón cortesía de su puño poderoso. Sí, lo sabía, no tenía gracia ni fineza en sus movimientos de brazos y piernas; tampoco tenía mucha coordinación, pero simplemente quería hacerlo. Lo anhelaba tanto que su pecho dolía. El baile había sido otro de sus sueños frustrados, como la actuación, y no quería pasar su juventud arrepintiéndose de no haber podido siquiera actuar esa danza en un festival de la escuela. Practicaría y practicaría, día y noche si era necesario, hasta dominar todos los pasos del baile y poder integrarlos a su cuerpo, hacerlos tan propios como respirar o caminar, para que fluyeran de ella naturalmente.

En prinicpio, Kasumi le prestó uno de sus abanicos, que tenía pintado un hermoso diseño de flores de sakura, y Akane lo guardó muy bien para usarlo en su presentación en la escuela, temiendo que sufriera otro «accidente». Para ensayar, mientras tanto, usó un abanico de plástico corriente, que no era lo mismo, pero al menos le servía. Ensayaba en el dojo por las noches, después de la cena, porque hacía demasiado calor antes, y tampoco quería la presencia de Ranma molestándola todo el tiempo con sus burlas. A causa del calor, también, para practicar se ponía un viejo kimono de verano encima de un short muy corto y una camiseta de tirantes; no se preocupaba en anudarlo muy bien ni nada, solo lo necesitaba para practicar con las amplias mangas puestas, y saber cuánto aprisionaría sus piernas la tela para poder dar los pasos y saltitos.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora