Deuda de sangre

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Deuda de sangre

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El doctor Tofú terminó de envolver la venda en el brazo de Ranma y le dio una palmadita en el hombro.

—Estás listo —le comentó sonriente—. En un par de días quedarás como nuevo.

Ranma asintió y Tofú pudo ver que Akane lo observaba aliviada.

—No te esfuerces demasiado con tus entrenamientos —le recomendó mientras los acompañaba a la salida.

A Tofú le llamó la atención que ahora su paciente era casi siempre Ranma, cuando antaño había atendido más de una vez las contusiones de Akane; la muchacha se veía bastante más crecida ahora, ya no parecía la niña temperamental de antes que siempre se enzarzaba en peleas.

—Muchas gracias por todo, doctor Tofú —dijo Akane haciendo una pequeña reverencia.

—Sí, gracias Tofú —la secundó Ranma, rascándose la nuca nervioso.

El doctor sonrió un poco más, divertido con aquel par de tórtolos.

—No se preocupen. Vuelvan cuando quieran, aquí estaré por cualquier cosa que necesiten.

En la entrada de la clínica había un hombre esperando por él. Tofú lo observó con cuidado, sin alterar la sonrisa de su rostro.

—Hasta luego, doctor.

El par de jóvenes se despidió y salió. Ono Tofú se volvió hacia el hombre que esperaba pacientemente, aparentando ser un paciente cualquiera. Vestía pantalón de traje y camisa blanca; el saco lo llevaba colgado de un brazo. Lo saludó con una respetuosa reverencia.

—Hashimoto —dijo Tofú inclinando la cabeza.

—Jefe —replicó el hombre.

El doctor cerró la puerta del consultorio y le puso seguro. A través de los vidrios, miró a un lado y a otro de la calle y colocó el cartel «cerrado». Se volvió hacia su acompañante.

—¿Tomarías el té conmigo, viejo amigo? —le preguntó sonriendo como siempre.

—Sería un honor.

Las volutas de vapor se elevaban de las tazas mientras Tofú servía el té. Luego se sentó frente a Hashimoto. Ambos se observaron un momento, al final Tofú sonrió.

—Ha pasado mucho tiempo —comentó.

—Es verdad, jefe, para todos nosotros pasó el tiempo.

—No es necesario que me llames así —dijo Tofú un tanto incómodo—. Ya no soy tu jefe, soy un simple acupunturista.

Hashimoto asintió.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora