Sonríe, Kasumi... sonríe

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Sonríe, Kasumi... sonríe

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Eran las seis y media de la mañana y la mayor de las hijas de Soun y Kimiko Tendo preparaba el desayuno, igual que todas las mañanas desde hacía varios años. Sus manos troceaban con gran habilidad las verduras, para ella eran tareas tan metódicas que por momentos las hacía como una autómata y su mente, sin querer, se iba muy lejos. Demasiado.

El método para volver a la normalidad era tararear. Canturreaba en la cocina con tal ahínco y pasión que parecía un dechado de felicidad. Era una fachada tan bien construida que nadie podría llegar a traspasarla nunca; a veces, ni siquiera ella. Había un momento en que una persona podía decir con certeza que algo era real o que estaba sacado de sus sueños e imaginaciones. Para Kasumi ese límite no existía, la realidad y la fantasía estaban mezclados.

Estuvo a punto de perder la compostura mientras cortaba los nabos y la col china, sin embargo sacudió la cabeza y se rehízo de inmediato. Se dijo que era tiempo de poner el arroz. Midió la cantidad exacta y lo lavó tres veces antes de meterlo en la arrocera y programar la cocción, mientras lo hacía recordó a su madre en aquella cocina mucho tiempo atrás haciendo lo mismo, y explicándole que había que lavar muy bien el arroz antes de cocinarlo; su madre; sus manos blancas y finas, que trabajaban con mucha delicadeza en la cocina; el rostro de su madre, sonriéndole; la tristeza infinita en el rostro de su madre.

Kasumi sacudió la cabeza de nuevo para apartar los pensamientos. Empezó a tararear una canción cualquiera que estaba de moda cuando ella iba a la preparatoria. Puso a asar el pescado y sazonó la sopa. Después acomodó la mesa dejando los palillos en cada puesto. Abrió las puertas correderas que daban al jardín porque era un día bonito, el sol calentaría más tarde, pero eran poco más de las siete y aún se podía sentir la frescura del aire de la mañana.

Hubo un tiempo, antes, cuando ella era niña y Akane apenas un bebé, en que la casa se quedaba en penumbras durante todo el día. Silenciosa por la mañana cuando ella y Nabiki se iban a la escuela, y envuelta en el mismo silencio a la tarde cuando regresaban; solo el llanto y los gritos de Akane cambiaban en algo aquella atmósfera del dojo. Recordaba las miradas que intercambiaban con su hermana, tomadas de la mano, quitándose los zapatos en la entrada. Su madre podía pasarse días enteros en cama.

—No, no —murmuró Kasumi para sí. Preocupada se masajeó la frente.

¿En qué pensaba? ¿Qué fantasías eran esas? Su madre había preparado el desayuno todas las mañanas, tan puntual como un reloj, igual que todas las demás comidas, hasta el día en que murió. Siempre sonriente, siempre amable, siempre dulce. A veces sus propios pensamientos la asustaban, debía ahuyentarlos.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora