El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

El mundo sombrío (parte 6)

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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El mundo sombrío

(parte 6)

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Golpearon a la puerta dos veces. La tercera vez, Picolet entró sin esperar una invitación y fue seguido por tres sirvientas que acarreaban la cena en una mesita con ruedas. En seguida las sirvientas comenzaron a servir sobre la mesa redonda que había en el cuarto colocando un mantel blanco. Los cubiertos y todos los utensilios eran de plata, las copas de cristal, el vino que acompañaba la comida era de la mejor calidad, traído especialmente de los viñedos de Provenza en Francia. También colocaron una fuente con frutas, una canasta con pan caliente que parecía recién sacado del horno y, al destapar la bandeja, presentaron un platillo hondo lleno de una delicada y aromática crema de verduras, y el segundo platillo eran mariscos recién preparados.

—Mademoiselle Akane, la cena está servida —anunció Picolet haciendo una reverencia, siendo imitado por las tres sirvientas.

Akane no respondió. Sentada en el borde de la cama con mantas y sábanas blancas, y un dosel con cortinas del mismo color, en el centro de la habitación de paredes tan blancas como la nieve, parecía ignorar intencionalmente todo lo que la rodeaba. Mantenía la vista fija hacía el frente, a la pared que era en realidad un ventanal completo hacia la ciudad, como una hermosa jaula para una valiosa, y mucho más bella ave.

—Le hago partícipe también de los más cordiales saludos de Su Excelencia, pidiéndole que considere aceptar su invitación para acompañarlo durante el desayuno.

Akane siguio sin responder. La mirada de Picolet fue de todo menos amable. Se enderezó y dio una orden a las sirvientas, luego las siguió hacia la puerta.

—¿No te molesta? —preguntó Akane de pronto.

Picolet se quedó quieto y esperó. Akane continuó:

—¿No te molesta trabajar para el hombre que asesinó a tu madre?

Las manos de Picolet se tensaron y luego se cerraron despacio apretando los puños. Su rostro se deformó por un momento revelando una sombra de grotesca ira. Al final consiguió calmarse y relajó las manos acomodándose la corbata.

—Creo que está confundida, mademoiselle Akane, pues no tuve el placer de conocer a mi madre...

—Pero sí sabe lo que le pasó —Akane arrugó la falda de su vestido escolar, sus ojos se humedecieron—. Quizás no tenga la habilidad de Nabiki, pero puedo ver ciertos recuerdos, como imágenes, sentimientos del pasado de las personas a las que he tocado. Señor Picolet, creo que usted se sintió muy triste cuando supo del destino de su madre.