El rey demonio (epílogo)

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Ryoga abrió los ojos y solo había oscuridad a su alrededor. Asustado movió la cabeza a un lado y al otro, intentando abrir los ojos lo más que podía, temiendo haberse quedado ciego.

—Fallaste —siseó una voz a su lado, junto a su oído, y Ryoga se sobresaltó, casi dando un grito.

—¿Q-Qué? —dijo vacilante.

Sus ojos comenzaban a acostumbrarse a aquella oscuridad impenetrable, pero también sus oídos empezaban a captar los sonidos más recónditos, el reptante susurrar como de alimañas que zigzagueaban por el suelo, muy cerca de él; el roce de la tela, y el sonido de golpecitos secos que sin saber por qué le crispaban los nervios. Poco a poco comenzaba a ver manchas de colores oscuros, púrpuras, rojos espesos como de la sangre y el omnipresente negro.

Comenzó a sentirse pesado y muy cansado por intentar escudriñar lo que había a su alrededor. De a poco dejó de sentir sus miembros, como si un letargo se apoderara de él; luchó contra aquello porque no quería perder la consciencia en un sitio como aquel, fuera cual fuera.

—Fallaste —volvió a repetir aquella voz junto a él—, y ahora pagarás el precio.

—¿Kodachi? —preguntó Ryoga pasando saliva, creyendo haber reconocido esa voz. Luego ahogó un gemido, sintiéndose mareado, el piso comenzó a moverse y él ya no sintió el apoyo, su cabeza se sacudió.

—Idiota —dijo Kodachi, tomando la cabeza de Ryoga del suelo con las dos manos y poniéndola frente a ella—. Obviamente no tenías ninguna oportunidad contra mi Ranma-sama.

Ryoga pudo ver la sonrisa de la bruja Kodachi ante él, y su lengua puntiaguda de serpiente que cruzó rápida por sus labios. El general orco recién comprendió que allí no tenía cuerpo y era solo su cabeza la que existía en ese sitio, el lugar dominado por la Rosa Negra.

Ryoga jadeó, con el sudor perlando su frente, mientras sentía arcadas. ¿Cómo había podido ir a dar a ese lugar? ¿Por qué?

—Pobrecillo, al principio es difícil, lo sé —dijo la bruja Kodachi con una voz casi maternal—. Tu idiotez ha sido recompensada, has pedido tu destrucción al venir conmigo.

—¡No! ¡Mentira! —vociferó Ryoga, agitando su cabeza cuanto podía, pero Kodachi se la sostuvo enseguida con firmeza—. ¡Tú me engañaste!

La Rosa Negra lo miró con un gesto aburrido.

—Todos siempre dicen lo mismo —comentó la bruja, y tiró al aire la cabeza de Ryoga.

La cabeza del general orco giró, y él sintió náuseas. Vio desprenderse su piel, sus tendones, músculos, hasta quedar convertido en un cráneo vacío, pero que aún sentía, siendo consciente de su nueva y pavorosa realidad.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora