Fantasía

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Fantasía

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Ranma esquivó el pesado paraguas, dio un acrobático salto y cayó haciendo equilibrio sobre el borde de la reja de la escuela, luego dio un segundo salto para evitar caer, cuando Ryoga de un puñetazo destrozó la reja. Apenas Ranma tocó el suelo, Ryoga se abalanzó sobre él con una serie de golpes y patadas, pero Ranma las evitó fácilmente con movimientos de pies y las manos en los bolsillos. Entonces detuvo un golpe de Ryoga que iba recto a su rostro y girando alrededor de su rival le dio un fuerte empujón en la espalda. Ryoga tropezó y cayó de bruces al suelo. Levantó el rostro escupiendo pasto.

—¡Saotome, me las pagarás!

El joven Ranma Saotome, el mejor artista marcial de su generación, sonrió y se apuntó a sí mismo con el pulgar.

—Sabes que no puedes conmigo, Ryoga, y nunca podrás, porque yo soy el mejor...

El despertador interrumpió su sueño. El muchacho sacó la mano de debajo de la manta, estaba frío, tanteó en la mesita de luz buscando el despertador y sin querer lo tiró al piso. Al caer dejó de sonar. El muchacho se levantó lentamente arrastrando los pies para ir al baño y prepararse para otro día de trabajo.

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Su celular mostró una serie de páginas, pero ninguna era lo que estaba buscando, no había coincidencias con la palabra «Jusenkyo».

Se balanceó casi perdiendo el equilibrio cuando el metro frenó bruscamente. Un hombre de mediana edad cayó sobre él y se disculpó enseguida con una nerviosa reverencia. El muchacho no le dio importancia, estaba acostumbrado por viajar con tanta gente cada día usando esa misma ruta. Miró el cielo a través de la ventanilla, estaba gris y el aire era frío, recordó que había olvidado su paraguas. Miró a un lado y al otro, la mayoría de los pasajeros llevaba el suyo. Recordó el paraguas tan pesado que usaba ese otro chico en su sueño. Volvió a escribir en el buscador de su celular la palabra «Jusenkyo».

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Por suerte llegó al edificio antes de que comenzara a llover.

—Saotome, buenos días.

—Buenos días —respondió el muchacho con una reverencia un poco más formal a su sempai en la oficina.

Compartieron el ascensor. Al llegar a su piso se encontraron con otro empleado de la compañía.

—Saotome, Hiroshi, buenos días.

—Buenos días, Kuno-sempai —respondió el muchacho, igual que su compañero.

—¿Esta noche están libres? —preguntó Kuno.

—Supongo —respondió Hiroshi—, ¿hay planes?

—Abrieron un nuevo club, dicen que tiene chicas hermosas...

Saotome los dejó conversando, sabía, como era costumbre, que tenían para un largo rato con el tema. Al girar en el pasillo llegó a su lugar de trabajo, una gran oficina dividida en muchos módulos. Llegó al suyo, encendió la computadora, respondió a un par de saludos y antes de abrir sus archivos de trabajo se quedó mirando el fondo de pantalla, que era un bello paisaje de la china rural, entre montañas cubiertas de bruma y bosques.

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Fue por un café a mitad de la mañana. Se quedó frente a la máquina expendedora disfrutándolo, era mucho mejor allí que en su módulo; además, si esperaba a esa hora...

—Buenos días —dijo la chica que acababa de llegar.

—Ah... Buenos días, Tendo —respondió con torpeza.

Ella fue a presionar el botón de la máquina, pero el muchacho se le adelantó ayudándola. Sacó el vaso caliente y se lo ofreció. La chica lo tomó y sus dedos se rozaron.

—Muchas gracias...

—Saotome —dijo él.

—Sí, Saotome, ya lo recuerdo. Muchas gracias, Saotome.

La chica volvió a su lugar de trabajo volteando un par de veces a mirarlo. Allí se quedó el muchacho mirándola, como cada día, irse hasta desaparecer al doblar al final del pasillo. Nunca se había atrevido a preguntarle su nombre, no tenía una razón para hacerlo tampoco. En sus sueños ella se llamaba Akane, ¿se llamaría así realmente?

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Para la cena compró ramen instantáneo. En pijama y con la toalla sobre la cabeza miró su ropa tendida sobre la pequeña sala, casi encima de su mesa. La lluvia retumbaba en el exterior. Probó el ramen y lo encontró pasable.

—A lo menos no está tan mal como lo que prepara Akane —murmuró Ranma Saotome, pensando en la chica de sus sueños. Se preguntó si en la realidad Tendo cocinaría tan mal.

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FIN

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Nota de autora: Una historia diferente, diría yo, con un toque de nostalgia, y de algo más indefinible. ¿Qué les pareció?

Gracias a todos por leer. Nos vemos mañana.

Romina

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora