La noche más larga

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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La noche más larga

[continuación del capítulo 94 de esta colección]

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Ryoga Hibiki deslizó lentamente la puerta de madera y papel. En el interior de la habitación solo había dos futones puestos uno al lado del otro sobre los tatamis y una lámpara en un rincón. Lo tradicional del ambiente lo ponía nervioso, gritándole a la cara sus deberes como esposo, y la austeridad del cuarto era otro recordatorio del rostro severo con que lo había mirado el abuelo de Akari durante toda la velada, y sobre todo el momento cuando le había dicho aquellas palabras:

—Ahora son una pareja casada, deben hacer su camino solos.

Ryoga había tiritado al mirarlo a los ojos, sudando frío.

En una esquina de la habitación descubrió a Akari de pie, ya cambiada de su tradicional shiramuko, envuelta en una yukata. Estaba de espaldas a él, pero Ryoga podía adivinar las líneas de su cuerpo bajo la tela ligera, y la tenue luz de la lámpara le sacaba destellos a su negro cabello, que caía por su espalda. Las mejillas de Ryoga se colorearon.

Su esposa.

Aún no creía lo que estaban viviendo, aún no notaba nada diferente después de la ceremonia y las firmas en el libro de la familia; se seguía sintiendo igual que siempre, y como la primera vez que la había mirado a los ojos, sentía ahora a su corazón latir fuertemente por Akari.

Dio un paso hacia adelante, sus pies descalzos se deslizaron por el tatami.

—A... Akari —susurró llamándola.

Vio sus hombros delgados, frágiles, sacudirse un poco, y la jovencita giró apenas el rostro hacia él, sin mirarlo del todo, ocultándose en la sombra que hacía el cabello sobre su cara.

—Akari... yo... —murmuró Ryoga nervioso.

—¿Sí... esposo? —replicó ella, con una voz suave como de pajarillo, tímida, con un infinito deje de tristeza.

Luego giró y se arrodilló ante él, inclinándose con los brazos estirados hacia adelante y las manos juntas, con la frente casi tocando el piso.

—Pide lo que quieras —siguió diciendo Akari, conteniendo un sollozo—. Estoy para servirte, esposo mío.

Ryoga la miró boquiabierto, con el rostro sonrojado.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora