El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Yojimbo

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Yojimbo

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—¿Guardaespaldas? —dijeron las tres hermanas Tendo al mismo tiempo.

Su padre, Soun Tendo, solo asintió con la cabeza.

—¿De qué hablas, papá? —preguntó Nabiki, con los codos apoyados en la mesa de la sala de reuniones.

Había creído que esa sería una reunión común y corriente, donde hablarían de los temas más urgentes de la empresa. Le resultó extraño que no hubiera orden del día, pero muchas veces su padre se lo saltaba, hablando de los temas directamente, aunque con cierto dramatismo, como acostumbraba. Sin embargo, en cuanto ella y sus hermanas se sentaron a la mesa, rodeando la cabecera donde el presidente de la empresa, Soun Tendo, estaba sentado, lanzó la noticia de inmediato.

El patriarca comenzó a hablar:

—Como ya saben, debido a las recientes circunstancias donde la vida de Akane estuvo en peligro...

—Mi vida nunca estuvo en peligro —lo interrumpió su hija Akane, enderezando la espalda en su asiento.

—Papá tiene razón, Akane —intercedió su hermana Kasumi hablando con el tono tierno que acostumbraba, mirándola con sus grandes ojos café claro—, sufriste un ataque en plena calle, y todos estuvimos muy preocupados.

—Eso fue apenas un intento de robo —replicó Akane—, y me defendí muy bien. No va a ocurrirme nada. Por favor, no se preocupen.

—Eres mi hija, ¿cómo podría no preocuparme? —dijo Tendo solemne, con lágrimas en las esquinas de los ojos.

—Creí que habíamos estado de acuerdo en que el ataque de Akane fue solo un hecho aislado, papá —dijo Nabiki mirándolo atentamente—. Lo charlamos tú y yo en esta misma sala hace menos de una semana.

—Sí, es verdad —asintió Tendo, poniendo rígido su abundante bigote—. Sin embargo... digamos que las circunstancias han cambiado.

Nabiki frunció el ceño y cruzó una mirada con Kasumi, que estaba frente a ella, del otro lado de la mesa. La mayor junto las manos recatadamente en su regazo, con el kimono que tenía puesto y el cabello peinado en un moño sobre la nuca daba el aspecto de una sumisa mujer japonesa que no se inmiscuiría en nada. Nabiki volteó a mirar de nuevo a su padre.