Milagro

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Milagro

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Ranma Saotome suspiró. Irvin McGray se relajó en el asiento. Los cinturones bien ajustados eran lo único que impedía que salieran disparados alrededor del módulo, como el resto de los equipos. El resplandor que entraba por las ventanillas era tan intenso que tuvieron que bajar los visores negros de sus cascos para protegerse los ojos. Sentían en sus cuerpos una presión varias veces superior a la gravedad normal, producto de la caída, mucho más intensa que la más alta y demente montaña rusa.

Cada estremecimiento hacía que sus interiores se revolvieran, giraban como si se encontraran dentro de un balón de fútbol durante un intenso partido. Los monitores indicaban la velocidad y la altitud cambiando cada vez más rápido debido a la aceleración. El eje que indicaba la estabilidad se movía enloquecido.

La estación espacial se había comprimido convirtiéndose en una bola de metal ardiendo, rodeada de una lluvia de fragmentos como pequeñas estrellas fugaces. Algunos trozos se desprendían en estallidos de fuego y metal fundido, formándose más estelas a su alrededor, que luego explotaban en fragmentos todavía más pequeños, hasta desintegrarse por el intenso calor.

Tal como lo habían calculado, al cambiar el ángulo de caída, la estación espacial encontró mayor resistencia en la atmósfera, haciendo que su estructura comenzara a desintegrarse más rápido después de comprimirse. Lo que quedaba de los paneles solares se desprendió; el módulo del laboratorio se abrió en dos, estallando en una poderosa llamarada; los dormitorios se rasgaron por un costado y el fuego los inundó de lado a lado. Un tercio de la estación se partió separándose del cuerpo principal, como si la hubiera cortado un cuchillo encendido; la otra parte se alejó rápidamente, girando sin control, rodeado de fragmentos encendidos que chocaron entre sí. Al alejarse, el fuego comenzó a descascarar al trozo más pequeño parte por parte; el metal que antes lo protegía ahora se desprendía como los pétalos de una rosa muerta, quedando atrás, entre explosiones de llamas que sacudían toda la estructura.

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—Ra... n... ma... —aferrado con todas sus fuerzas del asiento, Irvin apenas podía hablar—, no lo conse... consegui... remos...

Ranma apretó los dientes. Sentía que la sangre subía y bajaba por su cuerpo, de los pies a la cabeza, y de nuevo a los pies. Daban tantos giros con tanta rapidez que había perdido por completo la noción de arriba y abajo. Y tan caliente estaba el interior, que el traje ya casi no podía protegerlos, sentía que el agua que recorría la capa de sus trajes que estaba hecha para controlar la temperatura corporal, se calentaba hasta hervir.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora