El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Sin orgullo

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Sin orgullo

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Con las manos en los bolsillos, Ranma iba haciendo equilibrio sobre un muro cuando a lo lejos divisó la figura de Ryoga andando a paso lento hacia donde él estaba. Creyó que venía a increparlo por algo y retarlo a un encuentro artemarcialista, lo que no le pareció mal porque estaba un poco aburrido y no tenía nada que hacer.

Con un salto ágil y una voltereta se bajó del muro y corrió a su encuentro con la alegría de un chiquillo ante la aventura. Le lanzó un par de puñetazos más bien débiles, para que los pudiera esquivar fácilmente y así comenzaran a calentar. Solo que no contó con que Ryoga venía cabizbajo arrastrando los pies y lo último en lo que pensaba en el mundo era Ranma Saotome. Así que no pudo esquivar ninguno de los golpes, el primer puñetazo le impactó en la mandíbula y el segundo en pleno estómago lanzándolo hacia atrás, hasta quedar sentado en la calle.

Ranma lo miró sorprendido, luego notó la evidente aura depresiva del chico.

—Oye, ¿qué tienes? ¡Levántate! Tengamos un encuentro.

—Déjame —replicó sombríamente Ryoga, levantándose despacio y sacudiéndose el polvo de la ropa. Luego echó a andar de nuevo, sin levantar los ojos para mirarlo.

Ranma se rascó la cabeza desconcertado y se puso a andar a su lado, los brazos detrás de la cabeza despreocupadamente.

—¿Qué te pasa, cerdito? —indagó, usando el apelativo a propósito para que Ryoga reaccionara.

El otro muchacho empuñó una mano, pero no se detuvo. Al final dijo:

—Ya no pelearé contigo. Abandono para siempre la lucha por el amor de Akane, no soy digno de ella. Me iré lejos para no volver.

Ranma seguía sin entender nada de nada, y al final se encogió de hombros. Pensó en despedirse y doblar en la esquina, pero Ryoga se detuvo de repente y casi choca de bruces con él.

—¿Qué haces? —le reclamó.

Ryoga volteó a mirarlo por primera vez y Ranma pudo ver las profundas y oscuras ojeras que surcaban su rostro, más pálido de lo normal, y los ojos brillando encendidos, llenos de una mezcla de ira y angustia.

—¿Ah? —Ranma se sorprendió.

—Aunque siempre me eches en cara mi maldición, la vida de un pequeño cerdito no tiene parangones, es muy pacífica —dijo Ryoga—. Las chicas bonitas siempre se derriten con P-chan, me levantan en brazos, me aprietan siempre contra su pecho y yo puedo descansar... en sus atributos femeninos.

Ranma lo miró con una ceja levantada y Ryoga ladeó la cabeza para no mirarlo a la cara.

—Como P-chan soy mimado, me cuidan con amor, me alimentan tres veces al día, me abrigan en invierno y me refrescan en los días cálidos. Si tengo suerte, además, a veces puedo apreciar encantos femeninos que nadie más ve.

Ranma puso los ojos en blanco, preguntándose a qué venía todo ese cuento. Si Akane lo escuchara. ¡Y todavía lo llamaba pervertido a él!

—Oh, sí, la vida de un cerdito mascota es hermosa —confesó Ryoga. Justamente por eso, solo por eso, Ryoga no renegaba del todo de su maldición, porque podía obtener ciertos beneficios.

«Cochino», pensó Ranma, «y sin arrepentimiento».

Luego, Ryoga siguió hablando a borbotones, contándole cómo un día, transformado en cerdito por accidente, se quedó perdido en medio de la ciudad. Para su suerte, una hermosa jovencita de cabello largo y negro, de hermosos ojos color café, lo recogió y lo adoptó como su querida mascota. Al estilo de Akane lo llevaba en brazos todo el tiempo que estaba en casa, lo acostaba a su lado en la cama para dormir, le daba lo más deliciosos manjares y lo deleitaba con ciertas visiones de su cuerpo desnudo que él podía apreciar entrecerrando los ojos cuando se hacía el dormido.

Mientras hablaba, Ranma bostezaba ostentosamente, pensando cuándo empezaría la parte interesante de la historia y qué habría de cenar cuando llegara a casa.

—Un día comenzó como cualquier otro... pero terminó siendo el más nefasto de mi vida —sentenció Ryoga agachando de nuevo la cabeza—. La jovencita me acicaló bien, incluso me perfumó. Yo no comprendía lo que pasaba, pensé que iríamos de paseo, y así parecía realmente cuando llegamos a una zona donde había muchas tiendas y comercios... pero no. Era una clínica.

—¿Una clínica...?

—Una clínica veterinaria —respondió con voz estrangulada Ryoga, sintiendo que las palabras se le atoraban en la garganta.

Ranma se echó a reír con ganas.

—¡Maldito! —exclamó Ryoga lanzándole una patada para que se callara.

Ranma la esquivó con una voltereta y se secó las lágrimas de risa.

—¿Y qué esperabas si eras un cerdito, tarado? Ojalá esa chica te hubiera dado un baño con agua caliente y te hubiera descubierto.

—¡No puedo permitir que te burles de esa manera de mi desgracia!

—¿De qué hablas? Eso te pasa por ser un cochino pervertido y engañar a las chicas de esa manera —dijo Ranma señalándolo.

—¡Maldito Saotome! ¡Ya cállate!

Ryoga arremetió de nuevo contra él, adelantó el brazo a punto de lanzar un golpe, peor al final se arrepintió. Se detuvo, el cuerpo temblando de rabia.

—No entiendes... No entiendes nada —murmuró.

—¿Y qué tengo que entender? –preguntó Ranma impaciente.

El otro muchacho miró a un lado y al otro, se cercioró de que no había nadie cerca de ellos y al final se acercó para susurrar unas palabras al oído de Ranma.

—Fui... castrado.

Y con la vergüenza y la rabia adueñándose de él corrió lejos entre lágrimas contenidas.

Ranma, con la mandíbula caída hasta el suelo y los ojos abiertos como platos, lo observó irse.

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FIN

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Nota de autora: Recién entramos en el segundo mes, quedan muchas más historias. Pido disculpas a los fans de Ryoga XD, pero no se preocupen, ya estoy trabajando en otras historias donde tendrá final feliz y se quedará con la chica ;)

Nos vemos mañana.

Romina