El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Solo mía

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Solo mía

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—No... no quería —murmuró Ranma—. Te juro que no quería... pero...

Sentado en el suelo se balanceaba adelante y atrás, las manos cerradas en puños que apretaba con fuerza.

—Lo sé —respondió la figura ante él, en el tono más dulce que nunca le había escuchado.

—Tenía que hacerlo —seguía diciendo Ranma, el cuerpo tembloroso, sin levantar los ojos—. Yo... tenía que hacerlo... Tú eras mía, eras solo mía.

Levantó la cabeza y la observó. Nunca la había visto tan hermosa, con el largo vestido blanco, vaporoso alrededor de su menudo cuerpo. Sus ojos brillantes, mirándolo con dulzura y comprensión, porque ella lo entendía, ella sabía.

—Ranma...

—Si no eras mía, no serías de nadie más.

—Sí, Ranma...

Sus manos le acariciaron el rostro, estaban frías, eran como un bálsamo sobre la enorme herida de su corazón. No entendía cómo al final Akane había preferido a otro; ¿tan tonto era él? ¿Tan bocazas? ¿Tan insensible? ¿Tan pervertido? Cómo podía ser que todo el tiempo que pasaron juntos no significara nada para ella, que tan rápido podía borrar todo de un plumazo y casarse con otro.

¿Todo lo de Jusenkyo no significaba nada entonces? Akane había arriesgado la vida por él, y entonces él se creyó correspondido en sus profundos sentimientos, pero quizá para ella era algo que podría haber hecho por un amigo, por un hermano, hasta por el estúpido de Ryoga. Tal vez no significaba nada en absoluto...

—¿Por qué? —murmuró, pero no era una pregunta para ella.

¿Sería su maldición? Después de todo ¿solo fingía que no le importaba cuando en realidad sí? Quizá creía que con él nunca podría tener una familia, hijos, una vida normal. Tal vez hasta le daba repulsión, asco, por eso siempre renegaba del compromiso. Sí, quizá...

—¿Por qué? —repitió.

La Akane que veía ante sí solo le sonrió con dulzura.

—Tenía que hacerlo, Akane... yo...

—Te perdono, Ranma.

Su dulce voz.

—Si no eras mía... no serías de nadie. Lo sabes.

La Akane ante él asintió y lo miró una vez más, como una despedida, antes de esfumarse en el aire.

Ranma miró a lo lejos, entre los escombros de la casa, más allá de los cuerpos muertos tirados; de la hermosa mujer en traje de novia, del muchacho apuesto vestido de traje. Más allá, hacia el infinito.

—Tenía que hacerlo... eras mía —murmuró.

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FIN

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Nota de autora: Una historia medio lúgubre, pero les dije que habría de todo en esta colección jeje. Gracias a todos.

Muchas gracias a todos por leer y darme sus opiniones. Mañana nos vemos con otra aventura.

Romina