El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Revancha

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Revancha

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Ranma esperó a que fuera de noche. No iba a dejar que Akane se saliera así como así con la suya, un Saotome jamás perdía y era vergonzoso haber sido atrapado con la guardia baja,totalmente desprevenido y haber tenido que pagar las consecuencias.

Agazapado en un rincón oscuro del patio de la casa Tendo, Ranma volvió a sonrojarse y a sentir aquellas cosquillas en su estómago, esas que no eran de hambre o por haber comido la comida de Akane; eran esas mismas cosquillas que sintió en la mañana, cuando su prometida, inesperadamente y con alevosía, se inclinó sobre él para robarle un beso.

¡Era inaudito! No podía permitir que Akane hubiera salido ganando en aquella contienda.

En la mañana estaba entre dormido y despierto. Al escuchar los pasos suaves cerca de su puerta supuso que era Akane, y estaba preparado para jugarle una broma; asustarla, o levantarse de un salto si ella quería tirarle agua fría. Pero pasaron los segundos y no ocurría nada, Akane no le gritaba, no lo golpeaba ni hacía nada para despertarlo. Creyó que en realidad se había imaginado aquellos pasos y de a poco fue abandonándose al sueño de nuevo en la tibieza del futón. Luego de un momento, creyó escuchar el susurrar de las telas y una suave presión en el suelo. ¿Akane se sentaba? Y le tocó el hombro, aunque ya Ranma no podía decir si estaba despierto o dormido. Después sintió la leve caricia en su cabeza y en su cabello; allí se sintió a sus anchas para disfrutar de aquel sueño, o —mucho mejor— de aquella realidad. Giró un poco la cabeza.

Y entonces, allí de la nada, lo inesperado. El roce suave, un toque dulce, casi imperceptible, casi como si fuera parte de un sueño o de sus imaginaciones. Pero no lo era, porque aquel perfume que venía de ella, el tibio calor de su cuerpo cerca del suyo, eso no lo imaginaba, lo podía sentir en todo el cuerpo.

Pero tan rápido, brusco e improvisado como llegó, se fue. El beso ya no existía, los labios se retiraron; y la duda atravesó a Ranma por todas partes. Sin embargo, el sonido de aquellos pasos huyendo de su habitación podía apreciarlos con claridad, y cuando abrió los ojos asombrado por lo que había pasado, de nuevo dudaba, vacilante, entonces la vergüenza fue mayor que nada y cubrió de nuevo su cabeza, para hundirse en los sueños.

Era un cobarde, lo admitía (aunque solo ante sí mismo, ante los demás ¡jamás!), tendría que haberse levantado, haber seguido a Akane, detenerla por un brazo en la escalera, mirarla a los ojos, a su rostro seguramente sonrojado, y allí mismo, acercarse, acercarse, hasta que al final la besara.