El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Templanza

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Templanza

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—¡Apúrate, Ranma! —lo apremió Akane mientras iban saliendo—. ¡Eres tan perezoso!

—Y tú una marimacho —respondió el chico metiéndose la bola de arroz en la boca. Después agregó, escupiendo algunos granos de arroz mientras hablaba—. ¡Y además fea!

—¡Idiota!

Ranma tragó y después le sacó la lengua haciéndole burlas, al tiempo que empezaba a correr.

—Nunca podrás alcanzarme con lo gorda que estás —canturreó el chico mientras desaparecía, alejándose del dojo.

—¡Ranmaaaa! —el grito de guerra de Akane al seguirlo indicaba que la golpiza cuando lo alcanzara sería mayúscula.

Kasumi los observó salir con una sonrisa, despidiéndolos en la puerta.

—Cuídense, chicos.

Luego, volvió a entrar, preguntándose si quizá todas ellas habían heredado ese temperamento de su madre; seguramente sí, porque su padre era un hombre muy sensible, y de carácter blando, que era más dado a romper en llanto que a enfurecerse. Ella misma, en una época ya lejana había sido igual a Akane, y por eso mismo se divertía tanto al observarla interactuar con su prometido, los dos tan jóvenes, tan pasionales, que tan poco entendían aún de la vida y los sinsabores. Ya les llegaría el momento de crecer y templar su espíritu, esperaba que no les ocurriera demasiado aprisa como a ella, sino que pudieran aprovechar y disfrutar cada etapa como merecían.

Antes de comenzar con los quehaceres del hogar, sus pasos la llevaron sin darse cuenta hasta el dojo. Abrió la puerta y contempló el gimnasio con cierta nostalgia; hacía mucho que no iba allí simplemente como ahora, a contemplar las paredes de madera y el sol filtrándose por la puerta abierta y sosegar su espíritu. El lugar estaba impecable, Ranma y Akane, que eran quienes más lo usaban, se encargaban de mantenerlo limpio y en orden, con el suelo de madera bien pulido.

Kasumi se quitó los zapatos para entrar y caminó despacio, dejando que sus pies desnudos se fueran acostumbrando a la superficie del suelo. Levantó la cabeza y observó los cuadros en las paredes con algunas fotografías de las competiciones en las que Akane había participado cuando era más pequeña; también algunas de su padre, varios años atrás, cuando daba clases y tenía cierta cantidad de alumnos. Había un par de trofeos alineados en repisas en la pared.