Get along

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Get along

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Ranma estaba sentado en el piso con las piernas cruzadas. Concentrado, apoyaba las manos sobre las rodillas; el ceño fruncido, la mirada fija en algún punto frente a él, pero sin ver nada concreto en realidad.

Pensaba.

En uno de sus últimos viajes de entrenamiento, por insistencia de su padre, había visitado a un viejo anciano, supuestamente muy sabio y conocedor de grandes secretos del Arte, que vivía en la cúspide nevada de una montaña perdida en un pueblo muy lejos de Tokio. Viajaron por más de tres semanas hasta aquel inhóspito lugar. Al llegar su padre había comentado, mientras bebía un té caliente, que aquel viaje era de autoconocimiento para Ranma; que él mismo ya estaba demasiado viejo para aprovecharlo, para conquistar y poner en práctica nuevas técnicas y arcanos secretos del Arte. Solo Ranma, dada su gran habilidad, conseguiría completar el duro entrenamiento y sacar sabiduría de todo aquello que le dijera el gran sabio de la montaña.

Así que Genma montó la carpa, encendió una fogata y comenzó a asar lentamente un pequeño cerdo salvaje que habían logrado capturar en su viaje. No quedaba más remedio, Ranma debía enfrentar lo que fuera solo.

Escaló la montaña con la pesada mochila a cuestas, comenzando a sentir el frío a medida que subía. Al final, unos cuantos escalones llevaban a una construcción de piedra un poco venida a menos, que seguramente había sido magnífica unos cuantos años atrás, pero que ahora se veía descuidada y solitaria.

Ranma, exhausto, hambriento y bastante enfadado con su padre, que como siempre lo dejó para que se arreglara solo, abrió la puerta y entró sin siquiera pedir permiso.

—Aquí estás, muchacho —habló un anciano de larga barba blanca y ropas, al parecer, chinas.

—¿Me... esperaba? —quiso saber el chico.

El anciano estaba sentado con las piernas cruzadas en la posición del loto y Ranma creyó ver —aunque lo achacó a su cansancio y las pruebas que había tenido que pasar— que el viejo no tocaba el piso sino que más bien flotaba, o levitaba rozando la superficie. Se restregó los ojos cansados y parpadeó. No, debía ser una ilusión óptica, su mente lo engañaba.

—Todos tarde o temprano llegan a su destino. Esta ha sido tu hora —respondió crípticamente el anciano—. Sé por qué estás aquí.

Ranma no dijo nada, esperando. Cruzó miradas con el anciano, ambos se sostuvieron la mirada durante un rato, como una lucha de voluntades. Ranma siguió sin hablar, y otro tanto hizo el sabio. El frío se colaba por las piedras de aquella casa, pero eso no parecía incomodar en lo absoluto al hombre.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora