Ranma ½ no me pertenece.
Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.
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Fantasy Fiction Estudios presenta
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El año de la felicidad
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La hora del té
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Un día Pantymedias Taro fue a visitar a Ranma. No es que fueran amigos entrañables ni nada, de hecho, Pantymedias —o Taro, como prefería que le dijeran— no tenía ni la más mínima intención de ver a Ranma. Solo tenía unos trámites que hacer por la zona del dojo y para matar el tiempo fue hasta la casa de los Tendo. Lamentablemente, llegó a la hora en que todos estaban en la escuela, y en las que Soun y Genma desaparecían para que no los mandaran a trabajar por estar de ociosos. A aquella hora solo Kasumi estaba en casa, y sucedió que en el momento en que Taro entró —porque simplemente entró, para él no existía eso de llamar a la puerta o pedir permiso—, Kasumi estaba sacando un pastel de chocolate del horno.
Se sentaron a tomar el té y probar el pastel, mientras hablaban de cosas de la vida. Taro no era un muchacho inocente, hay que decir que ya le había echado unas cuantas miraditas a Kasumi que, aunque estaba un poco madurita para él, no era nada despreciable. Se preguntó si tendría novio, o algún pretendiente, o si quizá le gustaba alguien; aunque igual él no era celoso.
Kasumi era todo sonrisas y amabilidad. Qué desahogo tener a alguien con quien poder hablar, para variar, y una persona que probara su comida por primera vez y se maravillara en consecuencia. Los demás ya estaban tan acostumbrados a su buena mano para cocinar que ni siquiera comentaban que estaba bien, porque el que estuviera bien era lo normal. A veces Kasumi estaba tentada de poner más pimienta de lo debido, o reemplazar la sal por el azúcar, o cualquier cosa como esa, solo para que la familia volviera a sentir el sabor en su paladar y despertaran del aturdimiento y le preguntaran qué había pasado.
En cambio, Taro se deshacía en halagos por su habilidad para los postres, y lo bien que preparaba el té. Sonrojada, Kasumi le pedía que se detuviera, pero luego lo animaba con ciertas palabras a seguir halagándola. Qué bonito escuchar dulces palabras para variar. Qué bonito que alguien la notara. En realidad el doctor Tofú también la notaba, pero en su presencia se volvía tan demente que Kasumi creía que se volvería una pasa antes de que ese hombre diera algún paso. Ella había querido tomar la iniciativa, pero no se podía conversar con el doctor Tofú cuando se ponía así, por lo que sus días seguían tristes y solitarios.
Y sus noches también, hay que decirlo. Nunca había tenido novio, se estaba acercando a la veintena, ya no era una chiquilla, a su edad su madre ya estaba casada y embarazada. Kasumi quería experimentar el amor y la pasión, o al menos uno de los dos, no quería ser una solterona, no quería ser la tía agradable que nunca se había casado y que podía cuidar a los sobrinos cuando a los padres se les viniera en gana.
No era el mejor día para Kasumi, pero la presencia de Taro fue como el agua que refrescaba su árida rutina.
Al terminar la segunda porción de pastel Taro se relamió y soltó un suspiro mezcla de satisfacción y desaliento.
—Esta comida de los dioses solo podría haber sido hecha por una mujer tan hermosa como tú. Si no estuvieras casada, no lo dudaría un instante —dijo.
Kasumi se sonrojó, repasando en su mente las palabras qué él le había dicho, para saber si quizá se equivocaba al interpretar su significado. Pero no, no se equivocaba, y si albergaba alguna duda, al mirarlo a los ojos se le disiparon. La intensa mirada de Taro, sus labios sensuales, sus manos, que a Kasumi le dio la impresión de que eran muy expertas, todo aquello la convenció de que aquel instante era importante y decisivo.
—No estoy casada —replicó Kasumi. Su tono parecía un poco distinto al habitual, había cierta invitación solapada tras sus palabras.
—¿De verdad es posible que una mujer como tú esté sola? —preguntó Taro, quería cerciorarse por completo, él no era hombre que se aprovechara de la mujer de otro—. No lo creo.
—Sería como decir... que un hombre como tú está solo, sin ninguna mujer que lo cuide. Es descabellado pensarlo.
—Estoy solo. He estado solo toda mi vida.
Nuevamente se miraron a los ojos. Por detrás de aquella impresión de fortaleza y superación que Pantymedias Taro daba, Kasumi pudo vislumbrar un asomo de tristeza... y de necesidad. Lo tomó de la mano y lo condujo escaleras arriba, hasta su dormitorio. No dijo nada y él tampoco. Kasumi se soltó el pelo y se sacó el vestido, desnudándose para él, esperó que luego de eso él tomara la iniciativa y supiera qué hacer.
No solo lo sabía, sino que lo sabía muy bien. Como Kasumi sabía que no había nadie más en la casa no intentó siquiera contenerse y gritó de gozo cada vez que le dio la gana. En los primeros quince minutos dejó de ser virgen de cuerpo y de mente, así que en las siguientes horas se dedicaron a explorar muy creativamente el cuerpo del otro. Kasumi se divirtió como nunca. En algún momento mientras golpeaba la espalda contra el muro al recibir las embestidas y arañaba la pared como si pudiera asir el placer que la inundaba, se descubrió pensando que seguramente con el doctor Tofú el sexo no habría sido así.
Finalmente tuvieron que separarse porque Kasumi debía continuar con las tareas de la casa, y con su vida en general, y Taro debía hacer otro tanto. Antes de irse, sin embargo, la besó muy largamente.
—¿Serías capaz de pasar tu vida conmigo? Soy un maldito de Jusenkyo —dijo Taro mirándola a los ojos intensamente.
—Eso no me importa —le sonrió ella.
Francamente no le importaba, convivía con dos malditos de Jusenkyo, y esa característica nunca le había hecho ninguna diferencia. Según ella, peor la tenía su hermana, porque su futuro esposo podía convertirse en mujer, y eso sí que le resultaba chocante. De hecho, por eso mismo había rechazado ser la prometida de Ranma cuando lo supieron; hacía rato que Kasumi quería un hombre para compartir su vida, pero tampoco estaba tan desesperada.
Volvieron a besarse. Taro le prometió que volvería muy pronto para llevársela con él para siempre. No había hablado de boda ni nada parecido, la muchacha sopesó si quizá él no creía en el matrimonio, pero no le importó porque ella tenía muchas formas de convencerlo.
Lo acompañó hasta la puerta de la cocina, para que saliera por atrás, saltando los muros —como solían hacer los amigos de Ranma—, por si algún vecino chismoso veía de más.
—Volveré —le repitió Taro antes de irse.
Kasumi sonrió de buen humor y empezó a trabajar, tenía el tiempo exacto para preparar el almuerzo antes de que llegaran su padre y el tío Genma.
Oh, sí, Taro volvería, no le cabía duda. Había puesto unas hierbas en su té, la anciana Cologne se las había obsequiado; era una mujer encantadora esa ancianita, a Kasumi le gustaba charlar con ella, tenía una visión del género femenino muy distinto al japonés, en el que Kasumi se había criado. Sí, Taro volvería, Kasumi ya había sido testigo de lo poderosos que eran los menjunjes chinos.
Sí, volvería, porque Kasumi hacía rato que quería un hombre para compartir su vida.
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FIN
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Nota de autora: Una vez leí un fic —no me acuerdo cuál, creo que era en inglés y además ni lo terminé XD— donde una de las parejas secundarias era Kasumi y Taro, así que básicamente quería probar si podía hacer un fic con ellos de pareja. La historia es extraña y retorcida, sí, pero es lo que salió XD.
Les mando un fuerte abrazo. Mañana nos leemos.
Romina
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El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)
FanfictionUn fic al día durante un año. Romance, drama, terror, tragedia, lemon, acción y aventura. Todos los personajes de Ranma ½. Ranma & Akane. Fanfics de Ranma 1/2. - Capítulos del 1 al 200. (Continúa en El año de la felicidad parte 2 ya que Wattpad no p...