El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Inmensidad

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Inmensidad

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Anastasia Belova ajustó con cuidado la cintura del traje de su compañero, Irvin McGray.

—¿Está bien apretado? —preguntó McGray, luego sonrió con picardía—. Quizás deberías ajustármelo de nuevo un poco más abajo, cariño...

Belova le dio una patada en la parte baja de la espalda que lo empujó contra una pared.

—¡Ay!

—Estoy probando los amortiguadores traseros —respondió Belova en inglés, pero con un fuerte acento eslavo.

McGray se quejó, adolorido.

—Pero los trajes EMU no tienen amortiguadores...

—Exacto, cariño —sonrió Belova, con una mirada que daba más miedo que risa.

A su lado, Ranma Saotome, con la parte de abajo del traje espacial ya puesto, estaba sentado todavía con una máscara de oxígeno, haciendo los ejercicios de respiración previos a una caminata espacial, dado el cambio de presión que habría en el interior de los trajes EMU.

—¿Ya? —preguntó Ranma, tirando de los elásticos que sostenían la máscara a su rostro.

A su lado, el enorme y musculoso afroamericano canadiense, George Anderson, que se encargaba de revisar las otras partes del traje de Ranma, le colocó otra vez la máscara de oxígeno de un brusco empujón.

—Todavía no, Saotome, ¿o quieres morir por hipoxia? Te recuerdo que estamos a más de cuatrocientos kilómetros de la superficie de la tierra, así que no podría llevarte a un hospital aunque quisiera —Anderson sonrió mostrando su reluciente dentadura—. Y no voy a querer.

—Gracias —murmuró Ranma.

La voz autoritaria y ansiosa de Robert Brown, por el altoparlante en el módulo Quest de la estación espacial, los interrumpió.

—Les recuerdo, señores, lo importante de nuestra misión. Espero un poco más de seriedad allá afuera.

—¿Qué se cree?, ¿nuestra mamá? —se quejó McGray.

—Idiota —dijo Ranma sacándose la máscara de oxígeno.

—Te escuché, Saotome —habló Brown por el altoparlante—. Ya estoy ansioso por que salgas, no sabes lo feliz que seré si no te tengo aunque sea por unas horas en mi estación.