Inesperado encuentro

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Inesperado encuentro

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Cologne avanzó brincando encima de su bastón, llevando el plato de fideos en una mano. Lo dejó en la mesa y puso mala cara.

—Espero que sea la última orden —dijo con aspereza.

Happosai empezó a comer su quinto plato de ramen en seguida.

—Pero qué mal carácter, mi linda Cologne —dijo riendo.

—Quería cerrar temprano y retirarme a descansar y justo viniste tú a importunarme.

—¿Qué modos son esos con un cliente? —se quejó Happosai.

—Bah.

Cologne tomó una silla y se sentó allí cerca a esperar que el otro terminara de comer.

—Solías ser tan hermosa —rememoró Happosai entre un fideo y otro—. Bella como las estrellas, fragante como una flor, ¡con curvas que daban infarto!

—¿Solía? Todavía tengo lo mío, viejo decrépito —replicó la mujer—. Trescientos años no pasan en vano, pero aún conservo mi encanto.

—¡Ja! Eso quisieras. Me da la impresión de que las amazonas envejecen rápido.

Un tazón vacío se estrelló en su cabeza.

—¡Auch! —se quejó el anciano y se frotó en el golpe—. Deberías tener cuidado de dónde pones las manos.

—Ups, se me resbaló —replicó Cologne con muy mala cara. Se masajeó la sien—. Termina de comer de una vez, necesito cerrar, me duele la cabeza.

—¿Y tu bisnieta?, ¿no está para ayudarte?

—Tenía algunos asuntos que resolver en China, y mandé a Mousse como su sirviente durante el viaje. ¿Por qué preguntas tanto?

—Ya que no estás ocupada, pensé que podía invitarte a una cita —dijo Happosai sorbiendo el final de la sopa en su tazón.

Cologne lanzó una risotada.

—¿Cita? ¿Con un viejo carcamal como tú? ¿Y qué puede hacer una señorita de buen ver como yo con un vejete?

Happosai torció el gesto.

—No te hagas, estás tan vieja y tiesa como una momia, de seguro te haces polvo entre mis manos.

—Eso te gustaría comprobar —replicó en seguida Cologne.

—En mi magnanimidad, solo quería alegrarte en tus últimos segundos de vida, para que no te murieras como una pasa seca al sol.

—¿Yo momia? ¿Tú, que estás más vetusto que las montañas, me llamas vieja? Es increíble lo que hay que escuchar.

—Estás decadente, anciana desfigurada —replicó Happosai poniéndose de pie sobre la mesa de un salto—. Te trato tan bien, soy tan tierno ¡y así me pagas!

—Te pago como se me antoja, trasto inútil, ya quisieras rozar esta piel sedosa y probar este cuerpo que tanto te negué.

—Tú rogarías porque estas manos te toquen y te saquen suspiros de tu cuerpo añejo.

—¡Ni en sueños, babosa de tierra! —Cologne se impulsó y se paró sobre su bastón.

—De seguro en tus sueños estoy yo ¡no puedes negarlo! —exclamó Happosai con las manos en la cintura.

—Claro que sí... ¡después de estar borracha de sake! —respondió Cologne fulminándolo con la mirada.

—¡Anciana desagradecida!

—¡Viejo libidinoso!

—A mucha honra —se jactó Happosai—. Pero tú no puedes encender este cuerpo.

—Porque estás más muerto que los dinosaurios.

—Y de seguro tú creciste con ellos. ¡Ja!

—¡Cómo te atreves!

Furibunda, Cologne le lanzó otro tazón de la pila que estaba en la mesa de Happosai.

—¡Ay! Eres una bruja.

—¡Viejo verde!

—¡Hechicera de poca monta! —Happosai lanzó llamas por sus ojos.

—¡Inútil!

—¡Sosa!

—¡Mequetrefe!

—¡Centenaria!

—¡Pusilánime!

—¡Vieja arrugada!

—¡Escoria! ¡Te mataré! —anunció Cologne lista para el ataque.

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Shampoo entró alegre al restaurante y encendió la luz. Su sonrisa se borró de pronto al ver el desorden, las mesas y sillas tiradas, los restos de fideos por el suelo, la vajilla rota. Mousse, detrás de ella, dejó las maletas en el piso y se ajustó los anteojos para ver mejor.

—¿Qué es esto? —preguntó.

—Algo suceder a bisabuela —replicó Shampoo nerviosa.

Se encaminó a las habitaciones de arriba mientras la llamaba.

—¡Bisabuela! ¡Bisabuela!

Abría cada puerta sin encontrar ni rastro de la anciana. Al final abrió la puerta de su alcoba y en medio de la penumbra logró distinguir un bulto sobre la cama. Encendió la luz y se cubrió la boca con las dos manos para ahogar el grito de espanto.

En la cama, Cologne y Happosai roncaban abrazados, los cuerpos desnudos cubiertos a medias por una manta.

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FIN

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Nota de autora: ¡Buen inicio de semana! Nunca había escrito nada de Cologne y Happosai, salió así XD.

Muchas gracias por leer. Nos vemos mañana.

Romina

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora