Deseo insatisfecho

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Deseo insatisfecho

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Los secretos y olvidados recovecos del Instituto Furinkan eran los únicos testigos de la apasionada relación de aquella pareja, que aún no se atrevía a confesarle al mundo la verdad de sus pecaminosos y placenteros actos. ¿Por temor?, ¿por vergüenza al qué dirán? ¿O quizá porque si se exponía la verdad y eran obligados a llevar una vida común y corriente, como una pareja de novios formal, se perdería aquella chispa, aquel hormigueo en el cuerpo ante lo prohibido? Tal vez simplemente estaban atados a esa escandalosa rutina, y perpetrar los mismos actos obscenos a plena luz y con el conocimiento de los demás, con la mirada de los otros sobre ellos sabiendo lo que hacían, no sería nunca lo mismo.

En el apretado cuartito donde se amontonaban los trastos de la limpieza entraron los dos a la hora del receso. Ella podría escaparse de sus amigas por un rato, y él alejarse de sus compañeros, que no notarían su ausencia hasta que hicieran los equipos para jugar al fútbol.

Con rapidez cerraron la puerta y se apretaron en un abrazo contra la pared, buscando la boca del otro con desesperante sed que nunca se saciaba. Se tocaron, palpándose con la torpeza de la urgencia.

Ella topó con la espalda contra la pared, sin separarse de la boca y el cuerpo del muchacho, tirando de su ropa para atraerlo. Con un gruñido mezcla de excitación, esfuerzo y premura, él le apretó los glúteos, abarcándolos hasta llenar sus manos y luego la levantó, haciendo que ella jadeara de sorpresa al rozar la pared. Las caderas de ambos quedaron a la altura exacta para encajar. Ella lo rodeó con las piernas, atrayéndolo y notando su excitación palpitante.

—Ahora... ¡ahora! —exigió ella en un susurro, contoneándose, buscando alcanzar lo que solo él podía darle para apagar el fuego que crecía en sus entrañas.

El muchacho no perdió tiempo, se aflojó los pantalones y los dejó caer junto con los boxers, después levantó la abultada falda del uniforme escolar de la chiquilla y apartó su ropa interior, tocando en el proceso, con una caricia deliberada, la entrada preparada para recibirlo.

—Ya... ¡ya! —lo apremió ella.

Estaba hostigada por el tiempo, el inexorable tiempo que era tan poco para disfrutarse y que se iba tan rápido cuando estaban perdidos en las caricias compartidas y en saborearse de aquella manera tan íntima.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora