Tenacidad

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Tenacidad

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—¡Irvin!

Anastasia Belova llegó a la entrada de la esclusa y de un golpe dejó caer las manos sobre la puerta, mirando por la pequeña ventanilla. El tablero indicaba que la reposición del oxígeno y la presión interna de la esclusa se estaban regulando muy lentamente, debía ser por culpa de las fallas en la estación. La parpadeante luz roja de emergencia aceleraba las pulsaciones de la mujer, que tenía la boca llena de saliva, y las manos tan sudadas que resbalaban por el metal.

En el interior podía notar a los dos hombres enfundados en los trajes espaciales, uno flotando de espaldas cerca del piso y el otro con el cuerpo doblado, como si estuviera sentado, sin que ninguno de los dos mostrara algún movimiento. Las manos de Belova golpearon con fuerza el cristal, y exclamó una vez más ese nombre que apenas una hora atrás se había negado a pronunciar.

—¡Irvin!... Oh, Irvin...

No podía hacer más. Se detuvo, y sus dedos se deslizaron por el cristal. Sus labios temblaron con fuerza. Estaba aterrada, ella, la número uno de su promoción. Durante sus estudios, su reputación la había hecho merecedora de toda clase de apodos por su fuerza y falta de expresión a pesar de las tan crueles situaciones que atendió durante su práctica médica.

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Anastasia Románovna Belova, hija de un reconocido médico director del Hospital Clínico Central en Moscú, obedeciendo a los deseos de su autoritario padre, estudió medicina. Se graduó con honores y fue distinguida con una beca para especializarse en el extranjero. Ella se negó, a pesar de los ruegos, sermones y amenazas de su padre. Nadie le decía que no al poderoso Román Belov, ni su mujer, ni mucho menos alguno de sus otros cuatro hijos mayores, todos varones y obedientes. Pero ella, siendo apenas una niña recién titulada, se plantó ante él en el lugar que más atemorizaba a todos en su familia, el estudio de su padre, y sin siquiera pestañar, tras haber escuchado durante cuarenta y cinco minutos exactos el enérgico y poderoso sermón de su progenitor, respondió como si le hubieran hecho una pregunta trivial:

Niet, nana.

Dio media vuelta y dejó el estudio. Y a su padre de pie con la boca abierta.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora