Hambre

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Hambre

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Akane escuchó la puerta de su habitación abrirse despacio y se giró para ver a Ranma entrando en el cuarto lentamente, con las manos empuñadas y una mirada desafiante. Se habían quedado solos en casa porque todos habían salido, sus padres a un supuesto entrenamiento, Nabiki con sus amigas y Kasumi a una reunión de ex alumnos del colegio. Antes de irse, Kasumi le había dado su boken para defenderse, como aquella primera vez que ella y Ranma se habían quedado solos, hacía ya tiempo. Pero ahora Akane solo rio de las aprensiones de su hermana, no necesitaba protegerse de Ranma Saotome.

Akane pestañeó.

—¿Qué pasa, Ranma?

El chico no habló, solo se quedó mirándola intensamente de pie en el centro de la habitación. Su prometida lo observó en silencio, hasta que él avanzó y la hizo levantarse del escritorio, entonces la tomó de la cintura y la estrechó con fuerza entre los brazos.

—¿Qué... qué haces, Ranma? —preguntó Akane sin aliento.

—Yo... yo... ya no... puedo —murmuró el muchacho cerca de su oído, aspirando su aroma a flores y cerrando los ojos embargado por las imágenes que aquello le evocaba.

—Ranma...

—Duele... realmente duele... —dijo con voz ronca—. Necesito... tenerte...

Volvió a acariciar su cintura con las manos y después las subió hasta abarcar los pechos, posesivamente, con cierta brutalidad que a Akane le cortó la respiración y la hizo dar un respingo. Nunca imaginó que su prometido se comportaría así, era verdad que ya no eran unos niños, que hacía años que vivían bajo el mismo techo y se conocían como nadie, que producto de la convivencia se habían visto desnudos por accidente en más de una ocasión, pero siempre se cubrían en seguida, ella siempre apartaba la vista ruborizada y sabía que él hacía lo mismo. Se buscaban con la mirada en las habitaciones de la casa; a veces se rozaban las manos sin querer cuando estaban sentados en la mesa comiendo, y Akane sentía como una electricidad que le recorría los dedos. A veces descubría que Ranma la miraba más de lo necesario, sobre todo cuando corrían a la escuela y la falda de su uniforme ondeaba en el viento.

Confesaba que a veces tenía sueños, sí, sueños no muy recatados, que tal vez no estaban bien en una chica de buena familia como ella, pero ella no tenía la culpa de estar comprometida desde hacía tanto tiempo sin haber podido compartir ni un beso real con aquel chico que llenaba sus fantasías y sus pensamientos todos los días, a toda hora.

Akane suspiró cuando Ranma le besó el cuello, de forma casi violenta, como si quisiera morderla y marcarla.

—No... no está bien... —murmuró la muchacha.

Ranma no le prestó atención, no pensaba detenerse, habían sido semanas de angustia, de contenerse para no hacer algo de lo que luego podría arrepentirse; muchos días de miedo por no ser correspondido con aquel afán, noches largas de insomnio en que no podía cerrar los ojos o el tibio y suave cuerpo de Akane se le aparecía como un hechizo detrás de los párpados, acechándolo. Él ya no era un niño, y lo había podido comprobar al notar cómo crecían sus anhelos cuando Akane estaba cerca, cuando alguna ropa holgada que usaba para andar por casa mostraba un poco de más.

Al principio se asustó, de haberse convertido realmente en ese pervertido que ella siempre lo acusaba de ser; de transformarse casi en un animal, porque tenía que morder a veces las cobijas de su futón para no salir corriendo a su cuarto a acecharla, y saltar encima acosándola hasta que ella se dignara a darle un beso.

Luego, con alivio, comprobó que aquello no era una locura que se había apoderado de él, no era un hambre feroz por el cuerpo femenino como había temido; aquello le pasaba exclusivamente con Akane. Ni siquiera Shampoo con su exuberancia podía encenderle el cuerpo así, no importaba lo corto del vestido que se pusiera, a él le parecía provocativo y hasta podía admirarla porque era realmente hermosa y tenía un cuerpo agradable, pero no sentía lo mismo, Shampoo podría ser algo lindo de contemplar, pero él no tenía el deseo de ir más allá, de conocer sus secretos o escucharla repetir su nombre en susurros, con amor, aquello ni se le pasaba por la mente. Sentía que el amor de Shampoo debía ser asfixiante, demandante, pegajoso.

Con Ukyo sentía mucho menos, con sus ropas de hombre no le despertaba más que la camaradería que solía tener con sus amigos del colegio; sentía lo mismo que cuando veía a otro muchacho. No era culpa de ella, o tal vez sí, por haber mantenido sus curvas femeninas escondidas tanto tiempo que él casi la veía como un hombre más. Pero no, el problema no era Ukyo, era él, porque estaba obsesionado con Akane, no importaba la mujer hermosa que él se cruzara por la calle, o la chica más linda que pudiera ver en la escuela, él siempre volvía a pensar en Akane. Hasta que ella lo llenaba todo, sus fantasías más íntimas, sus momentos de ocio, sus sueños a futuro. Todo.

—Akane... —murmuró empujándola, buscando recostarla sobre la cama.

—No...

Sus ansias por tenerla eran voraces, pero solo aquella palabra podría detenerlo; nunca podría forzarla, nunca.

Levantó la cabeza para mirarla y sus ojos azules oscurecidos la taladraron, llegando hasta lo más hondo de su ser. No pudo hablar, con la respiración agitada siguió mirándola.

—Aquí no... —pidió Akane casi en un susurro, bajando la cabeza—. Podría haber cámaras.

Ranma comprendió. La tomó de la mano sin decir nada y la llevó apresuradamente hasta uno de los armarios del piso de abajo y allí se metieron los dos. En seguida Ranma la arrinconó contra una de las paredes haciendo presión sobre ella, tomándole la cintura con las dos manos y acariciando atrevidamente su espalda, bajando las manos para abarcarle los glúteos y apretarla, atrayéndola más hacia sí.

—Tú... ¿quieres? —preguntó con la voz entrecortada.

—Sí... —murmuró apenas Akane.

Y aquello fue como la señal que él necesitaba para soltarse del todo.

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FIN

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Nota de autora: Espero que les guste el capítulo de hoy. Disculpen la falta de tiempo, estoy escribiendo un poco de todas las continuaciones que debo al mismo tiempo XD, a ver qué sale de tanto berenjenal jaja.

Gracias a todos por leer. Mañana nos vemos nuevamente.

Romina

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora