Yojimbo (parte 4)

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Yojimbo

(parte 4)

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—¡Detente! —vociferó Nabiki en el asiento del copiloto del pequeño coche que zigzagueaba peligrosamente por la autopista—. ¡Detente ahora mismo!

Mousse frenó de golpe, Nabiki se fue hacia adelante y se sostuvo de la guantera como pudo, apoyando también una mano en el cristal de la ventanilla. El automóvil se quedó quieto de pronto en medio de la autopista, se escucharon chirridos de frenos de coches que venían detrás, gritos nada agradables, pitidos de claxon; pero Mousse se mantuvo imperturbable en su puesto con las manos en el volante, esperando nuevas instrucciones.

Nabiki miró con horror a los coches que cruzaban a toda velocidad a su lado. Un camión casi los atropella y por poco giró a tiempo para evitarlos.

—¿Qué haces? —gritó nuevamente—. ¡Arranca! ¡Arranca! ¡Vamos, arranca!

—Pero, señorita Nabiki, usted me dijo...

—¡Te ordeno que arranques en este mismo momento! —sentenció.

Mousse pestañeó sin comprender y de nuevo pisó el acelerador a fondo. El auto dio una sacudida y salió disparado, tomando una curva para salir de la autopista, entrando al distrito de Hongo y enfilando directo por una de las calles principales del barrio.

—¿Podría indicarme hacia dónde queda la facultad, señorita Nabiki? —preguntó Mousse cortésmente, como si todo estuviera normal.

Nabiki, pálida y con el cabello revuelto, levantó su brazo indicando casi sin fuerzas hacia adelante.

—Allí... dobla allí a la izquierda —murmuró.

Mousse iba conduciendo tan rápido que por poco se le pasa su calle para girar; maniobró dando vuelta el volante y doblando sin piedad, y sin preocuparse por los coches que venían en sentido opuesto.

Nabiki fue aplastada contra la ventanilla y dio un pequeño grito. En el movimiento, los anteojos de Mousse cayeron de nuevo sobre su cabeza y pudo ver el camino claramente ante él. Sonrió al poder leer los letreros de tránsito, que antes eran apenas manchas para él.

—Oh, ahí dice que hay que conducir a menos de cincuenta kilómetros por hora —comentó rascándose la cabeza.

Desaceleró y condujo en línea recta con una sonrisa, a una velocidad normal, mirando el paisaje.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora