El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Fighter

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Fighter

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Todo estaba dispuesto; el cuchillo esperaba sobre la mesa.

Shampoo suspiró mientras doblaba las piernas y se sentaba en el suelo frente a la mesa baja con el cuchillo; las ojeras destacaban en su rostro pálido y en su cabello, tomado de cualquier forma en un moño algo deshecho, se apreciaban con claridad las raíces negras del crecimiento del pelo contrastando con el morado de fantasía. Hacía semanas que no retocaba el tinte, igual que hacía semanas que no cuidaba su aspecto, no arreglaba sus uñas, no se ponía al menos un poco de brillo labial, o no dormía las horas suficientes o comía bien. Habían pasado semanas desde la boda de Ranma y Akane. Esta vez no pudo evitar el matrimonio y debía vivir y respirar cada día con las consecuencias.

Hasta hoy.

Era su destino, en los dos o tres años que llevaba en Japón había luchado para conquistar el amor de Ranma Saotome cada día, de todas las maneras posibles. Incluso, algunas noches después de la boda, había ido a ver a Ranma, se le había insinuado, le había mostrado su cuerpo, hasta llegó a suplicarle casi. Él no sabía que por rechazarla la condenaba a la muerte, y ella era demasiado orgullosa para decirlo.

Ahora había agotado todas sus cartas, era tiempo de ser fuerte y aceptar lo que tendría que haber sido desde el comienzo. Cuando Shampoo empezó a ver aquella innegable atracción entre Ranma y Akane, al comprender el fuerte lazo que los unía y que ella nunca podría romper, había comenzado a prepararse mentalmente para cumplir con su deber, era una guerrera, y como tal actuaría.

A pesar de eso, sus manos temblaban y estaban frías como el hielo. Creyó que sería mucho más simple, pero tomar el cuchillo y empuñarlo le hizo aparecer pequeñas gotas de sudor en la frente. Se dio asco, ella no era así de debilucha y enclenque. Su corazón se aceleró a medida que acercaba la punta afilada del cuchillo a su vientre.

En la aldea Joketsuzoku repudiaban el suicidio, por considerarlo un acto de cobardía, pero solo en casos especiales podía usarse como arma de redención por haber fallado en el justo cumplimiento del deber. Al cometer suicido por aquella vía se restauraba el honor para con todos los amazonas, y se podía aspirar a reencarnar en un ser superior luego de la muerte, como si se hubiera vivido una vida de rectitud y buenas acciones. El método era lo que importaba, mientras más dolorosa y lenta fuera la forma de morir, se veía con mejores ojos.