El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

Tensión

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Tensión

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Ranma dio tumbos pasando por el costado del último módulo de la estación espacial. Vio una barra en el borde al que se acercaba. Sintió que golpeaba algo con la espalda y se alejó muy rápidamente, antes de lo que esperaba. Estiró el brazo y sus dedos rozaron la barra sin poder agarrarse.

En segundos todo lo que vio era la Tierra y la estación espacial alejándose con cada giro. Solo escuchaba su respiración fuerte y agitada dentro del traje.

—No... —murmuró presa de la desesperación.

Un nuevo sonido lo perturbó, era la fisura en el cristal del casco, como si una fuerza invisible estuviera presionándolo hasta hacerlo crujir. Las grietas crecieron rápidamente hacia todas partes, los ojos de Ranma se abrieron de pánico. Movía los brazos y las piernas en el frío vacío, pero era inútil, ni siquiera podía dejar de girar su cuerpo. Estaba a la deriva. Las grietas crecieron hasta cubrir todo el cristal. Los labios de Ranma temblaron.

—No... No... Ayuda... —murmuró como un niño asustado—. Ayuda... ¡Ayuda! —gritó—... ¡Akane...! Aka...

Y su voz se perdió en la oscuridad. El casco se despedazó, los pequeños fragmentos de cristal brillaron como una estela que siguió a su cuerpo ya inerte. Sus pulmones vacíos se aplastaron como hojas secas, sus ojos se llenaron de sangre, sus labios morados se abrieron en horribles heridas, su piel se llenó de cicatrices. En un último atisbo de lucidez, agradeció lo rápido que dejó de doler.

—¡Ranma! —Akane se sentó en la cama.

Estaba cubierta de sudor. Su pecho subía y bajaba rápidamente, agitado. Las manos le temblaban y al subirlas por su cuello, frío como la piedra, y tocar su rostro se dio cuenta de que también estaba mojada, pero de sus propias lágrimas. Volviendo en sí de un respingo, se cubrió la boca para aguantar los deseos de gemir, y miró a su lado. En la enorme cama matrimonial su pequeña Ranko seguía durmiendo, igual que su padre, nada la despertaría.

Akane, otra vez dueña de sus pensamientos, suspiró aliviada. Luego dobló las rodillas bajo las mantas y se abrazó sus piernas. Todavía estaba aterrada, ese sueño había sido demasiado real, como si hubiera visto a Ranma sufrir cada momento hasta el final. Gimoteó débilmente, restregando el rostro contra las rodillas, poniendo un puño en su boca para acallar los sonidos. No podía calmarse, no, su cuerpo seguía temblando contra su voluntad.