El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)

El mundo sombrío (parte 7)

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

.

.

.

Fantasy Fiction Estudios presenta

.

.

.

El año de la felicidad

.

.

.

..

...

....

El mundo sombrío

(parte 7)

....

...

..

Las puertas del ascensor se abrieron. La suave música de jazz estilo bossa nova los inundó. Ante ellos se extendía el fastuoso restaurante del hotel, los comensales miraron sorprendidos a la particular comitiva dentro del elevador. Ranma alzó una ceja, Hinako dio una mordida a su onigiri, Kasumi saludó a la gente con la mano y una gran sonrisa, y Nabiki presionó de nuevo el botón para que se cerraran las puertas del ascensor.

.

.

—Usted no lo comprende. Mi hija ha sido secuestrada por un malvado Cardenal del Vaticano, que en realidad es un poderoso Mago, uno de los líderes más importantes y peligrosos de la logia secreta del Crepúsculo de plata. Mi hija nació súcubo, como su madre, y es virgen, por eso quiere sacrificarla y usar su sangre para hacer alguna clase de oscuro pacto con Yog-Sothoth, el primigenio dios del conocimiento, señor de la magia, cuya presencia pondría en peligro al mundo entero. ¡Oficial, necesitamos salvar a mi pequeña! —reclamó Soun, colgándose de la camisa del asustado policía—. ¿Cómo puede ser tan cruel y multarnos? ¿No se da cuenta que tuvimos que hacerlo para que dos expertos cazadores de demonios puedan rescatarla? ¡Nosotros somos los buenos!

—Señor, no sé de qué me habla —respondió el policía intentando sacárselo de encima—, si su hija está desaparecida le ruego que lo reporte en la comisaría más cercana. Yo solo cumplo con mi deber, ¡se encuentran mal estacionados y les pondré una multa!

—Pero mi hija, ¡mi hija! —lloriqueó Soun.

—Lo siento —dijo Tofú tras ellos—, creo que dejé mis documentos en casa.

—¡Mi hija!

—¡Señor, suélteme!... ¡Suélteme o tendré que arrestarlo! —avisó el policía.

.

.

Las puertas del ascensor volvieron a abrirse. Las mujeres que usaban los aparatos del gimnasio del hotel se quedaron mirando al grupo reunido dentro del elevador. Ranma cerró los ojos perdiendo la paciencia. Hinako, con granos de arroz alrededor de la boca, bebió un poco de té, que Kasumi le sirvió en la tapa de un pequeño termo. Nabiki, sin decir nada, volvió a presionar el botón y las puertas se cerraron.