Deber

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Deber

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—¿Y Ranko? —preguntó Nabiki entrando en la cocina cuando Akane estaba afanada cortando verduras sobre la tabla de picar.

—Kasumi la llevó al parque —respondió Akane sin levantar la vista de su trabajo, golpeando con fuerza la tabla con el cuchillo.

De fondo se podía escuchar todavía el sonido del televisor con el canal de noticias puesto. Después de enterarse de la explosión en la Estación Espacial Internacional todos se habían congregado en la sala mientras pasaban las horas; Kasumi había preparado té, Akane, un poco más recuperada de la impresión, corrió de nuevo a su habitación, se metió entre las mantas y abrazó a Ranko con fuerza contra su pecho, como si alguien, o algo, pudiera arrebatársela en cualquier momento.

«Ranma... Ranma no puede estar...». Se negó a completar aquella frase.

Después, todos intentaron continuar con su día normal, mientras seguían escuchando las noticias por cualquier novedad de último momento.

—¿Cuándo piensas decírselo? —interrogó después Nabiki mirándola atentamente.

Akane dio un último fuerte golpe en la tabla y se quedó quieta, con la vista clavada en los vegetales.

—¿Decirle qué?

—...Tú sabes. Creo que cuanto antes es mejor. Recuerda cómo fue cuando mamá...

—Ranma no está muerto —sentenció Akane, alzando un poco la voz, volteando a mirarla con un gesto de dolor y rebeldía al mismo tiempo.

Nabiki abrió la boca para decir algo más, pero al final desistió. Asintió. Nodoka Saotome, que había escuchado las palabras de Akane desde la sala, entró despacio en la cocina con un rostro estoico.

—Querida —dijo con suavidad, apretando el pañuelo en una mano con fuerza—, creo que es mejor que... te prepares para lo peor. Es difícil aceptarlo, pero sabíamos que podía haber riesgos y... —Nodoka escondió sus ojos tras el pañuelo.

Akane apretó los puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos, con el cuchillo aún en la mano derecha, al notarlo lo miró como si fuera un instrumento totalmente ajeno a ella, como si por primera vez en su vida viera un cuchillo y no entendiera para qué podía servir. Después miró las verduras cortadas sobre la tabla, la olla tras ella que hervía al fuego lentamente desprendiendo un suave vapor; pasó la vista por toda la cocina, como si no reconociera el lugar, como si no entendía cuál era su tarea allí. De nuevo, miró la tabla sobre la mesa, con las zanahorias, los hongos y el cebollín troceados, aquello lo hacía todos los días desde que se había casado, y había adquirido cierta destreza, pero nunca había podido alcanzar la perfección de Kasumi o de su tía Nodoka. Su comida había mejorado desde los días en que era adolescente y ahora podía comerse, aunque no era excelente y nunca lo sería.

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora